Image: En la distancia

Image: En la distancia

Novela

En la distancia

Josefina Aldecoa

29 julio, 2004 02:00

Josefina Aldecoa. Foto: José Ayma

Alfaguara. Madrid, 2004. 233 páginas, 19 euros

Sostiene Josefina Aldecoa al final de En la distancia que el pacto de silencio de nuestra transición democrática y, sobre todo, la vida política en un estado de permanente ataque entre partidos durante los últimos años han sido las circunstancias favorecedoras del reciente resurgir de la memoria.

Se trataría de un ejercicio de recuperación del pasado para reclamar "la historia vivida y aparentemente enterrada". En esta percepción, quizás incompleta, pero no falsa, se encuentra la raíz de este libro que arranca de la infancia de la autora -una época feliz, subraya- en los amenes de la monarquía, atraviesa la España oscura del franquismo y alcanza el hoy. Sobre esos tres cuartos de siglo proyecta Aldecoa una mirada indagadora que aporta el testimonio de una experiencia no muy común entre mujeres de su edad.

Es Josefina Aldecoa doctora en Filosofía y Letras; formó parte del grupo madrileño de nuevos escritores del medio siglo (el de Ferlosio, Martín Gaite, Sastre...), con uno de los cuales, Ignacio Aldecoa, se casó; hizo tempranos viajes al extranjero cuando ello no era ni fácil ni habitual, y fundó un colegio prestigioso bajo una impronta de renovación pedagógica. Hizo aproximaciones a la literatura, que interrumpió al fallecer su marido en 1969, y reanudó hace cuatro lustros con notable aceptación. Una biografía, pues, atravesada por experiencias personales enriquecedoras, tanto felices como amargas. Al hacer balance de esa trayectoria resume que, además de haber tenido una hija y plantado un árbol, ha escrito libros con los cuales ha "pretendido llegar a los demás". En este propósito se halla el otro fundamento de estas memorias noveladas.

Como documento de época, En la distancia tiene bastante interés. Sobre todo por la vivencia de las limitaciones que la dictadura impuso al desarrollo de una promoción entera, la de los niños de la guerra, como ella misma la apellidó en un libro de 1983. La historia privada de un largo tiempo de prohibiciones, luchas y desalientos fluye sin énfasis ni retórica. Poseen estos recuerdos un pálpito de verdad y sinceridad que se agradece frente a la grandilocuencia tan común en la prosa confesional. Esta gran virtud, primordial, del libro encierra también una limitación, la de contentarse con observar sólo la superficie tanto de quien habla como de los asuntos que se comentan. Entre el exhibicionismo un punto impúdico del yo, tan del gusto del día, y la ausencia de conflictos radicales por la que se decanta Aldecoa, cabía un terreno intermedio. Se dice poco y por encima de esos importantes escritores mencionados, ni siquiera se habla de Medardo Fraile, y de Ignacio Aldecoa nos queda una estampa insatisfactoria por insuficiente. Uno intuye en este gran cuentista, quizás el mayor de toda la postguerra, una conflictividad íntima que su viuda podría haber desvelado. Tampoco dice nada de la marginación injusta que padeció el autor de Gran Sol.

Cualquier libro de memorias reposa en intenciones calladas (la propia Aldecoa afirma que toda autobiografía es una novela). El valor noticioso de En la distancia lo hace interesante, pero lo sería mucho más si se hubieran reducido unos pudores, olvidos y silencios excesivos.