Image: La noche del oráculo

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Novela

La noche del oráculo

Paul Auster

23 septiembre, 2004 02:00

Paul Auster. Foto: Toni Garriga

Trad. Benito Gómez Muñoz. Anagrama. Barcelona, 2004. 257 págs, 16 e.

La temprana "Trilogía de Nueva York" sirvió para introducirnos a un autor, Paul Auster, con unos intereses literarios que bien pudieran ser calificados de "rupturistas" si tenemos en cuenta su inquietud por contar historias de tal forma que la "investigación" de las formas literarias fuera tan importante como la historia en sí misma.

Futuros títulos, El palacio de la luna, Leviatán, El cuaderno rojo... confirieron a esta primitivo indicio la categoría de "característica austeriana" pues novela tras novela Auster se obsesiona por conjugar un argumento atractivo con la experimentación literaria. La tarea encierra no pocas dificultades; se corre el peligro de caer en una dinámica repetitiva y resulta tremendamente complejo aventurarse en un terreno fronterizo sin unas buenas dotes imaginativas. Auster supera de forma más que brillante todos los obstáculos. Con cada nueva entrega el lector tiene la sensación de que ha llegado al límite para comprobar, en la siguiente, que ha vuelto a ir un paso más allá.

La obra que ahora presenta resulta ser un claro ejemplo. Quien no esté familiarizado con Auster se perderá en el laberinto, otros pensarán que su afán experimentalista se ha forzado hasta hacer saltar el engranaje. Pero ha vuelto a romper la frontera y ha puesto ante nuestro ojos un "nuevo territorio" que resulta inquietante, sobrecogedor y un auténtico reto de lectura. En anteriores ocasiones usé términos como "posmodernismo" o "metaficción" que ahora resultarían inocuos. La estructura de la obra, una novela, en una novela, en una novela... (y el título de la última es el de la que estamos leyendo) como si de muñecas rusas se trataran (y la más pequeña sería al mismo tiempo la mayor), incitan más a hablar de "meta-metaficción"; de igual forma la desesperación posmodernista queda relegada en beneficio de un optimismo derivado de la capacidad catártica del proceso creativo. Las infinitas subtramas logran adquirir el rango de verdaderas tramas; formalmente en las extensas notas a pie de página que aparecen en los primeros compases.

El protagonista y narrador es Sidney Orr, de 34 años, que se acaba de recuperar de una grave enfermedad. Nos encontramos en Nueva York en 1982. Orr deambula por el vecindario cuando se topa con una papelería que acaba de abrir sus puertas. Encuentra en las estanterías un cuaderno portugués de color azul, "un objeto tan atractivo y tentador" que despierta su interés y a la postre le hará salir de la apatía existencial en la que se encontraba. Decide retomar la escritura tomando como referente el episodio de Flitcraft en el capítulo séptimo de El halcón maltés de Hammett. Comienza a escribir una novela sobre alguien que está escribiendo un novela en la que aparece otra novela. Todo su mundo sufre una sacudida, desde su matrimonio hasta su propio ser, pues los límites entre "realidad" y ficción, entre hechos y ensoñación se desmoronan como un castillo de naipes. El desenlace, como siempre, sorprendente.