El matrimonio amateur
Anne Tyler
24 febrero, 2005 01:00Anne Tyler. Foto: Archivo
Las dieciseis novelas de Anne Tyler conforman una producción literaria consistente y homogénea en la que un mismo tema es analizado desde distintas ópticas, ángulos o perspectivas de forma que cada nueva entrega tiene la frescura de lo nuevo y la solidez de lo acreditado.Como John Updike, Anne Tyler nos ofrece una visión de la sociedad norteamericana tomando como referente paradigmático las relaciones familiares en general y de pareja en particular. En sus últimas entregas, Tyler parece interesada en explorar el desencanto y la tristeza del desamor; en Ladder of Years, Delia decide abandonar a toda su familia para comenzar una nueva vida, y aunque Pauline, la protagonista de El matrimonio amateur, no tenga mucho que ver con Delia, síque en ambos casos las respectivas heroínas se enfrentan al mismo dilema, el desamor.
A Pauline y su marido Michael los unió el destino; una fría mañana de diciembre, cuando los japoneses acababan de bombardear Pearl Harbour, Pauline sufrió un leve accidente al acudir a una manifestación patriótica. Entró en una de las tiendas del barrio polaco de Baltimore y allí estaba Michael, que se enamoró de aquella hermosa joven de abrigo rojo en cuanto la vio. ¿Cómo negarse a convertirse en su héroe y no enrolarse como miles de jóvenes norteamericanos en el ejército? Michael regresa herido a casa, pero no por el fuego enemigo, sino por un estúpido accidente de un compañero.
El matrimonio no tardó en celebrarse, a fin de cuentas Pauline había tenido, como el resto de las jóvenes americanas, un novio en la guerra a quien debía esperar fielmente para casarse con él en cuanto terminara la contienda. Pero la vida diaria, apagada la irracional alegría juvenil y el visceral patriotismo, termina por imponer su ley: las ilusiones y expectativas del hijo de un comerciante nada tienen que ver con los impulsos de una joven acomodada. Nada les une, y probablemente nada les unió excepto la euforia de un lunes por la tarde a principios de diciembre de 1941, pero Michael y Pauline continuarán juntos año tras año. Ni el nacimiento de sus tres hijos o los cambios de domicilio alteraran la apatía existencial y así década tras década; ni las mentiras, descubiertas, de Pauline alteran una monotonía en que la reconciliación es el antecedente de una nueva discusión: "Recordó todos los defectos de Michael... Y la serenidad que aparentaba durante sus peleas -se volvía etéreo, por decirlo así-, como si con ello quisiera destacar la excitabilidad de ella, su emotividad, su necesidad de calmarse, todas aquellas expresiones que a él tanto le gustaban" (pág. 272).
Desde el Turista accidental ésta es la obra de Anne Tyler que más me ha interesado. Nos encontramos con una novela escrita con la sencillez de una historia narrada, en la que los acontecimientos se suceden de forma cronológicamente natural en un período que abarca más de cincuenta años sin que los saltos temporales supongan digresión alguna. Los diez capítulos en que se divide la obra podrían funcionar como historias breves en sí mismas (aunque no acabemos de entender el sentido de los títulos), pues cada uno de ellos recrea un momento determinado con sentido propio.
El frustrado amor de Pauline o la huida de su hija son acontecimientos que marcan la vida de esta pareja "convencional". Llegado el momento la madre de Michael, un buen hijo, irá a vivir con ellos y también, como buenos padres, se harán cargo del retoño de su hija pródiga. Y tal vez sea ese el fundamento de su tragedia, porque, a fin de cuentas, trágica es su vida, el llevar una existencia sin sentido, sin ambiciones, sin ilusiones, dejando transcurrir el tiempo con la misma y lenta monotonía con que transcurren la decena de capítulos. Entre cada uno de ellos han transcurrido años y, sin embargo, la impresión que nos acompaña durante la lectura es que absolutamente nada importante ha ocurrido en ese largo período de tiempo. Una sensación de "tragedia doméstica" que se amplifica por mor del tratamiento realista con que Tayler maneja las distintas situaciones - desgraciadamente usuales y cotidianas- a que se ven expuestos sus personajes. Como si se tratara de una paradigmática novela naturalista de comienzos de siglo el determinismo, en buena medida fatalismo, parece regir sus vidas y ellos no hacen nada por superarlo.