Image: Muerte escarlata

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Novela

Muerte escarlata

Walter Mosley

17 marzo, 2005 01:00

Walter Mosley. Foto: Jim Cooper

Trad. Juan Gabriel Vásquez. Roca Editorial. Barcelona, 2005. 302 págs, 20 euros

Aunque contaba con el respeto de la crítica y de varios miles de lectores, la adaptación cinematográfica de su primera novela, El demonio vestido de azul, protagonizada por Denzel Washington, consagró definitivamente a Walter Mosley (Los ángeles, 1952) como el nuevo rey de la novela policiaca norteamericana. También ha escrito relatos, ciencia ficción y ensayos. Sus diecinueve novelas se han traducido a 21 idiomas.

Mosley ha añadido un nuevo color a su arcoiris de novelas. Al rojo, el negro, el blanco, el azul o el amarillo se une el escarlata de Muerte escarlata. Una novela en la que, como no podía ser menos, volvemos a encontrarnos con el irrenunciable Ezequiel "Easy" Rawlins.

Los lectores de Mosley conocen sobradamente al personaje a través de las distintas entregas, que no siempre se desarrollan en estricto orden cronológico. Así, El demonio vestido de azul, (1990), su primera novela, nos presenta a Rowling en 1948, cuando tiene que buscar en Los ángeles a Daphne Monet; sin embargo, en De pesca (1998) el personaje aparece en 1939 cuando vivía en Houston y su amigo Mouse le pidió que le acompañara en un iniciático viaje (De pesca, 1998). Desde entonces, pasando por su época dorada como devoto padre de familia y hombre de negocios inmobiliarios (Mariposa Blanca, 1992), el fracaso de su matrimonio ya en los años 60 (Betty la negra, 1994) y de los negocios (Un perro amarillo, 1996), sin olvidar su periplo neoyorkino (Blues de los sueños rotos, 1998), hemos ido conociendo las ilusiones y desencantos de este atípico "investigador"... si es que así podemos denominarlo.

La estructura narrativa tampoco difiere mucho de las anteriores: un acontecimiento histórico proporciona el zeitgeist del argumento: de igual forma que en otros casos era la Ley seca o el personaje de Kennedy, ahora serán los disturbios raciales acontecidos en Los ángeles a mediados de los 60; la policía solicita la colaboración de Easy para resolver un caso; y finalmente la impronta del componente racial como elemento diferenciador.

Volvemos a encontrar a Easy trabajando como conserje de un instituto (Un perro amarillo) aunque ya en los primeros compases observamos sutiles pero fundamentales variaciones; así por ejemplo, cuando el detective Saggs solicita la colaboración de Easy, le tiende la mano: "No eran muchos los policías que se habían ofrecido a estrecharme la mano. Las manos de la ley sostenían bastones de madera y pistolas, esposas y órdenes de arresto, pero rara vez una bienvenida y casi nunca una propuesta de igualdad" (pág. 14).

El caso que debe desentrañar Easy es el asesinato de una mujer negra, Nola Payne. Los recientes disturbios callejeros condicionan la intervención de la policía, ya que la investigación podría desembocar en nuevas revueltas, pues el principal sospechoso del crimen es un hombre blanco. Saggs entiende que es mucho más sencillo que alguien de color, como Easy, solvente la situación. Los métodos de Easy distan mucho de los "reglamentariamente habituales" y no le será difícil averiguar que el sospechoso blanco es inocente. Tampoco sus motivaciones son las mismas que las de la policía: "Nunca se preocupan por saber exactamente quién hizo qué. Para ellos, atrapar bandidos es como arrear ganado. [...] Y si arrestan a un inocente, te dirán que seguramente el tío hizo otra cosa por la que nunca lo cogieron" (pág. 139); él, por el contrario, está empeñado en aclarar el crimen, atrapar al asesino y que se le condene aunque "los negros arreglaban sus propios desacuerdos" (pág. 257). Esta última cita apunta la dirección del desenlace, que en sí mismo representa una de las sutiles variaciones mencionadas anteriormente. Desde una perspectiva crítica, la más importante de todas ellas es la sencillez resolutiva. En anteriores entregas el lector debía enfrentarse a una trama compleja ante la que, en ocasiones, se veía perdido; Mosley, en Muerte escarlata, opta por un diseño más simple -y no por ello menos apasionante- que convierte a este título en el pasaporte ideal para quienes todavía no conozcan a este maestro norteamericano del género. A sus seguidores, sin duda, tampoco les defraudará.