Novela

Inquietud en el Paraíso

Óscar Esquivias

22 diciembre, 2005 01:00

Óscar Esquivias. Foto: Carlos Espeso

Ediciones del Viento. La Coruña, 2005. 372 págs, 20 euros

Descubrir un escritor valioso es gratificación impagable, entre mucha pérdida de tiempo, de seguir al día las novedades literarias. Ninguna noticia tenía del joven burgalés óscar Esquivias, aunque no sea autor del todo nuevo, pues según se informa en Inquietud en el Paraíso ya ha publicado tres novelas.

Las desconozco, pero esta cuarta, la que me lo descubre, dice con un grado de certeza no frecuente que ahí hay un autor a tener en cuenta, alguien que ha pensado en serio una historia interesante, la ha trabajado, tiene dotes de narrador y sabe sacarle fruto a su dominio de la lengua.

Inquietud en el Paraíso se ocupa de un asunto muy baqueteado, la guerra civil del 36, y se centra en un aspecto tampoco inédito, el ambiente en una ciudad conservadora, Burgos, durante los preliminares y primeras fechas de la sublevación. Esquivias busca un alcance colectivo para su relato y se extiende tanto en los comportamientos de los sectores republicanos como de los compañeros de viaje en la conspiración, tradicionalistas y fascistas, eclesiásticos y militares. Poca novedad hay en ello, ni siquiera en una perspectiva crítica que, aun poniendo por encima la legalidad del régimen constitucional, reparte censuras en ambos lados.

A tan manida situación sabe Esquivias darle un enfoque original, tanto en la anécdota como en el tratamiento. La anécdota parte de un soporte de novela histórica que juega con los datos reales con mucha libertad, pero sin caer en la parodia o el escepticismo postmodernos. El relato se puebla de personajes y situaciones verídicas, aunque los maneja sin exactitud historiográfica, según advierte enseguida el lector y el autor aclara, por si acaso, en una nota final. El anacronismo y la invención forman parte de este enfoque literario. Y, además, la trama golpista va en paralelo de una peripecia visionaria, el plan de un clérigo para visitar el Purgatorio partiendo de un camino secreto de la catedral burgalesa.

Estas dos líneas narrativas paralelas se llenan de situaciones desenfadadas, jugosas. Y ese costumbrismo burlesco se contrapone con buen efecto al terror y la muerte sembrados por los sediciosos. Así, la peripecia divertida o los hábitos de una burguesía ridícula soportan una visión colectiva bastante ácida.

Tal crónica social tiene un eficaz tratamiento en una técnica de corte expresionista. La distorsión eleva a categoría de símbolo de época una realidad mediocre y absurda bajo una inspiración esperpentizadora. No hay que decir que la sombra de Valle-Inclán planea sobre Esquivias como un germen fecundador, no como una copia. Y el distanciamiento que tal enfoque pide encuentra un punto de vista oportuno en un narrador omnisciente. La riqueza de registros verbales, en fin, confiere autonomía literaria a una reflexión histórica, que continuará en otros dos libros hasta formar una trilogía. Es un proyecto atractivo, pero de mucho riesgo y habrá de tener cuidado Esquivias con no rizar el rizo.