París: suite, 1940
José Carlos Llop
20 septiembre, 2007 02:00José Carlos Llop. Foto: Chema Tejada
París: suite 1940 es una novela de un escritor sobre otro escritor. El autor que se ha documentado como un investigador es José Carlos Llop (Palma de Mallorca, 1956), quien ha publicado varios libros de poesía, narrativa y diarios, además de ensayos. Sus novelas y sus diarios han sido bien recibidos por la crítica mejor informada, que ha destacado en ellos una escritura cuidada, brillante y con sello personal. Del otro lado, el escritor cuya vida ha novelado Llop es César González Ruano (Madrid, 1903-1965), autor de éxito en sus colaboraciones periodísticas en miles de artículos y reportajes, además de libros de recuerdos y memorias, poesía, crítica literaria, biografías, dramas y novelas, en las cuales recreó múltiples personajes de bohemios y aventureros, sobre todo en las primeras, para dar paso después a historias de fondo reflexivo y naturaleza erótica y sentimental. Como es bien sabido, CGR fomentó su leyenda en sus obras y la construcción de su propio personaje literaturizándose a sí mismo en los "alter ego" de sus novelas.Pero hay unos años oscuros en su vida. Son los de su estancia en París durante la ocupación alemana. González-Ruano los veló en sus memorias. Quienes investigaron su vida aseguran con datos que en octubre de 1940 CGR salió de Berlín para quedarse en París, donde se dedicó a escribir poesía y a la compraventa de antigöedades y pintura, y que en junio de 1942 fue detenido por la Gestapo y preso en la cárcel de Cherche-Midi. He aquí el período más desconcertante y misterioso de la vida de aquel escritor de éxito, corresponsal de Prensa en Berlín, admirado y envidiado en el Madrid de la posguerra española, y oscurecido y vilipendiado en su turbia estancia parisina bajo la dominación nazi. Este sórdido episodio de la vida de CGR es el que ha escogido Llop con el fin de construir una ficción a partir de datos y personajes reales en un espacio tan real y encanallado como el París de la bohemia, el mercado negro, los robos y el pillaje amparados en la negrura del terror nazi. Por eso el autor explica en su "Nota" final, seguida de la "Dedicatoria y agradecimientos" y de la "Bibliografía", que "París: suite 1940 traspasa la realidad surgida de la literatura autobiográfica de CGR, para crear una realidad distinta. A eso le llamamos ficción. Los demás protagonistas del libro, si fueron reales, dejaron de serlo para convertirse en personajes secundarios de esta ficción" (pág. 140).
En efecto, como ficción hay que leer esta quinta novela del autor mallorquín, por más que sus materiales procedan de la historia y ésta haya sido bien documentada en muchos de sus pormenores. Así, entre ficción y realidad, la novela se adentra en el más tenebroso período de la vida de CGR, poniendo de relieve las diferentes posibles ocupaciones del personaje y haciendo cábalas acerca de las causas que lo llevaron a la cárcel. Hay que destacar la cautela con que ha operado Llop, al modo de un biógrafo que investiga en la vida de un autor del que se sabe muy poco con seguridad. Pero ninguna posibilidad queda descartada en las oscuras operaciones clandestinas de aquel escritor que había dejado de escribir (sólo escribió entonces poesía, que publicaría más tarde) para ganar dinero y vivir la bohemia de los cabarets de Montmartre y otras delicias consentidas y apropiadas por los invasores. Se barajan múltiples posibilidades, desde un CGR espía, comisionista y contrabandista en el mercado negro, hasta un estafador, delator y traficante con documentos oficiales para favorecer la huida de judíos a los que luego se denunciaba, robaba y asesinaba. Con tan variados materiales, tomados de la historia y de los libros de CGR, Llop ha construido un texto narrativo cosmopolita, proteico y lleno de interés, en el cual se funden realidad y ficción, a partir de la novelera existencia del protagonista, con acertada integración artística de ingredientes fantásticos y elementos de la novela enigma, de espías y de aventuras, donde la suspensión de la intriga está garantizada como en los buenos relatos detectivescos y donde los juegos de palabras enriquecen el ingenio de una prosa elegante.