Novela

Job

Joseph Roth

25 octubre, 2007 02:00

Joseph Roth. Foto: Archivo

Trad. Berta Vías Mahou. Acantilado. 224 pp., 16 euros

Joseph Roth (Galizia Oriental, 1894-París, 1939), judío accidental, socialista desencantado, autodestructivo, clarividente, nostálgico de la vocación tolerante y cosmopolita del imperio austro-húngaro, advirtió en su propia carne, martirizada por el alcohol y la locura de su mujer, el exilio y el estrago de una vejez y una muerte prematuras, la trascendencia del sufrimiento, que infunde sabiduría, fuerza y dulzura, cuando acontece en una conciencia iluminada por la santidad. ésta vez no es la santidad de un bebedor, sino de Menuchim, un niño deforme, profundamente incapacitado, sin presente ni futuro, que será abandonado por su familia. Sus hermanos intentarán ahogarle; su padre, un maestro judío en la Rusia de los zares, perderá su fe; su madre, estrangulada por los remordimientos, contemplará cómo la desgracia se abate sobre sus hijos con el encarnizamiento de una maldición bíblica. La emigración a Estados Unidos y la Gran Guerra destruirán los escasos lazos que les man-
tenían unidos. Sólo sobrevirá el padre, Mendel Singer, que se identificará con el infortunio de Job, cuya virtud no declinó ante las pruebas impuestas por Dios. Sin embargo, Mendel no posee la fortaleza de Job ni su esperanza en una hipotética restauración. Su piedad religiosa se convertirá en anhelo de la muerte como única liberación posible.

Job es una de las primeras novelas de Roth, pero ya están presentes las grandes cualidades de una literatura poderosa, con una aguda comprensión de la condición humana y un dominio de los recursos narrativos que adopta la máscara de lo sencillo e inmediato, ocultando una profunda exigencia artística basaba en una economía estricta, sin espacio para la retórica o la autocomplacencia. En poco más de 200 páginas, Roth explora la extinción del deseo en un matrimonio, el antisemitismo secular, la naturaleza del pecado, la monotonía de la vida, la soledad en la vejez, la promiscuidad sexual como estéril rebelión ante un existir sin perspectivas de dicha, la débil hebra de la esperanza. "El dolor nos hace profundos", escribió Nietzsche, pero ante la pérdida de los seres queridos Mendel Singer no responde con sabiduría, sino con odio y rencor hacia Dios, al que hace responsable de su dolor y del de otros hombres tan desdichados como él. El planto de Mendel recuerda el de Pleberio, pero su desesperación llega más lejos. "Quiero quemar a Dios", blasfema. Dios es más temible que el Demonio, pues su poder no conoce límites. Convertido al catolicismo por fidelidad a la monarquía austro-húngara, Roth se aproxima a Mounier al contemplar a un niño enfermo y descubrir en su indefensión la interpelación radical del otro. Padre de un autista, Kenzaburo Oé descubrió que la epifanía de lo absolutamente otro se cumple en el rosto del que espera nuestro reconocimento, a pesar de invocarlo desde el silencio. Job es una novela, pero también un elogio de la santidad en una época que, con el pretexto de iluminar el mundo, ha propagado las tinieblas.