Para salvar el mundo
Julia Álvarez
24 enero, 2008 01:00Benito Pajares
El nombre de Julia álvarez, junto al de Sandra Cisneros, ya se ha convertido en referencia fundamental en el ámbito de la literatura hispana en los Estados Unidos. Desde aquella primeriza De cómo las chicas García perdieron su acento (Ediciones B, 1994) hasta Para salvar el mundo, Alfaguara ha publicado sus títulos narrativos más importantes, ¡Yo! (1998), y En el tiempo de las mariposas (2001).Esta dominicana afincada en Vermont nos ofrece en Para salvar el mundo una sugerente narración que recuerda aquélla de Antonio Byatt en Possesion, pues se trata de dos historias, una actual y otra remotamente anterior, entrelazadas. La protagonista contemporánea es Alma Rodríguez Huebner, una escritora a punto de entrar en la cincuentena que se siente incapaz de continuar su producción artística. Su "düppelganger", su doble histórica, es Isabel Sendáles y Gómez, directora de un centro de huérfanos en La Coruña, y expedicionaria en el viaje que recién estrenado el XIX llevó a 21 de sus niños, previamente inoculados con un virus, alrededor del mundo como portadores humanos de la vacuna que salvaría al mundo de la viruela. Es precisamente la historia de Doña Isabel la que cautiva a Alma, quien ve en el viaje su fuente de inspiración artística. Ambas historias se van alternando y es el lector quien establece las relaciones entre estas dos heroínas tan apartadas en tiempo y espacio como próximas en espíritu, miedos e ilusiones.
Tal vez Para salvar el mundo no logre sorprendernos con la frescura de aquella familia García ni atraparnos con una historia tan apasionante como la de Yolanda (¡Yo!); sin embargo es una obra mucho más madura y compleja. Si uno de los valores de la literatura es su capacidad de sugerir y evocar, esta última entrega de Julia álvarez resulta ser una auténtica joya. El personaje de Alma, con obvias evocaciones autobiográficas, resulta tremendamente atractivo tanto desde una perspectiva puramente lectora como desde una aproximación académicamente analítica. Además de recrear la angustia ante el vacío creativo, Julia álvarez utiliza el personaje de Alma para desenmascarar un sinfín de situaciones ante las que se ven expuestos los autores llegando a la conclusión de "que la realidad de ser escritor es muy diferente a lo que siempre pensó" (pág. 35).
En la recreación histórica, el personaje de Doña Isabel se convierte en el referente imprescindible. La narración en primera persona en los capítulos narrados por Doña Isabel, en contraposición a la tercera persona utilizada en las secciones de Alma, se traduce una mayor fuerza dramática y en una cierta empatía tanto hacia la protagonista (al plantearse continuamente lo acertado de su decisión al exponer a niños inocentes), como en lo relativo a la historia del viaje (pues se trata de un viaje histórico y documentado Susana Ramírez y José Tulles, de la Universidad de Alicante). Doña Isabel, como Alma, tampoco tiene hijos, y también ella se plantea de forma obsesiva el tema de la maternidad. Alma estaba casada con Richard, un filántropo obsesionado con salvar el mundo, y Doña Isabel tiene al doctor Balmis, quien auspicia el experimento con los niños, "Un precio ínfimo cuando se piensa en la salvación que llevarán al mundo entero." (pág. 60). No son éstos los únicos personajes que encontramos; un interesante elenco de personajes secundarios ayudan a perfilar la caracterización de las dos protagonistas. En el caso de Alma el personaje de Helen es esencial, pues la ceguera física de Helen resulta ser el pago necesario para su lucidez intelectual.