Mañana no será lo que Dios quiera
Luis G. Montero
12 junio, 2009 02:00Luis G. Montero. Foto: Conchitina
Luis García Montero (Granada, 1958) tiene un lugar de privilegio entre los poetas de nuestro tiempo, también como teórico de la poesía y como estudioso y editor de algunos clásicos, desde Berceo hasta Cernuda y Alberti, entre otros. Ahora, ha dado el salto a la novela con Mañana no será lo que Dios quiera, concebido como biografía novelada de la infancia, adolescencia y juventud de su amigo ángel González (1925-2008), autor de una de las obras líricas más importantes de la segunda mitad del siglo XX. La singularidad del texto está en la hibridación de géneros que hace del libro una biografía y una novela, pues en sus páginas se armonizan la recreación memorial de los años de formación de á. G., desde su nacimiento en Oviedo hasta su llegada a Madrid, en 1951, con el proyecto de abrirse camino en la literatura, y la envoltura novelesca con la ideación de situaciones ficticias y el empleo de las técnicas narrativas adecuadas para su composición como biografía novelada que es a la vez novela del aprendizaje.El proceso genético del libro comienza con la amistosa conversación duradera entre el biógrafo y el biografiado. Si á. G. le contó a su amigo Luis aquellos años de infancia, adolescencia y juventud, y se murió cuando éste iba por la mitad del libro, el autor ha sabido concluirlo solo. Toda la familia de á. G. está aquí: hijo de maestra republicana y padre pedagogo fallecido cuando el niño no había cumplido los dos años; también su abuelo materno, a quien sólo pudo conocer por la memoria familiar, fue un ilustre profesor. Ellos aportan el componente novelesco más relevante, pues sus ausencias protectoras acompañan al nieto e hijo en los momentos más importantes de su formación.
Además de la familia, está la época, que incluye los años de la República, la Revolución de Octubre en Asturias, la preguerra, la guerra y la posguerra, que tantas heridas causaron en muchas familias españolas. La de á. G. tuvo que llorar el asesinato del hermano mayor, el exilio de otro y la depuración de su hermana maestra. Todo ello, con las angustias y penares de una familia y una época azotadas por la Guerra Civil, está recreado con el acompañamiento de algunos poemas del autor de áspero mun-do (1956), Grado elemental (1962) y Tratado de urbanismo (1967), con sugerentes explicaciones en relación con las circunstancias en que el poeta los concibió. Y la recreación memorial se completa con la atención prestada a los compañeros y amigos de á. G., a sus primeras lecturas, a la música y a su gradual acceso a la vida adulta.
Si la presentida presencia del padre y el abuelo muertos aportan el componente ficticio más claro, el carácter novelesco de Mañana no será lo que Dios quiera, título tomado de un endecasílabo de á. G., se intensifica en los últimos capítulos, con su movimiento climático en la dramática verdad de la tuberculosis padecida por el protagonista, la eficaz distribución de algunos motivos recurrentes (por ejemplo, el reloj que su madre le regaló cuando vino a Madrid y que ángel perdió en una noche de confusión), y la sentida compañía del poeta muerto con el autor del libro en sus páginas finales. Pero lo mejor de esta novela memorial sobre la vida de á. G. está en la invitación a la lectura de su poesía.