Contrarreloj
Eugenio Fuentes
26 junio, 2009 02:00Eugenio Fuentes. Foto: Javi Martínez
Desde que el relato criminal -superadas las barreras del gusto académico y las exclusiones ideológicas- entró en la normalidad literaria, ha alcanzado un esplendoroso estío. Atrás quedan el puñado de pioneros de aquella primavera temprana de lo policíaco (Vázquez Montalbán, Juan Madrid, Jorge Reverte) y hoy los cultivadores suman legión. Pero no es tanto el número de narradores "negros" lo destacable como la diversidad de formas y contenidos que se está desplegando en torno a ese mínimo requisito de la investigación de un delito. Hoy, aquí, en nuestra literatura, y en las letras occidentales, el relato criminal lo mismo encubre la densidad psicológica que el documento social, además de mostrarse también como narración escueta de los caminos que conducen a desvelar la verdad oculta bajo un crimen.En esta última manera se inscribe Contrarreloj, donde Eugenio Fuentes (Montehermoso, Cáceres, 1958) trae otra andanza de su pareja de investigadores, el detective privado Ricardo Cupido y su silencioso ayudante Alkalino. En esta ocasión el "caso" se sitúa en la más importante de las competiciones ciclistas, el Tour. El polisémico título alude al escenario de la aventura y al condicionante del trabajo de Cupido, que debe trabajar contrarreloj para resolver un crimen antes de que haya concluido la carrera. Porque la víctima es un corredor, el favorito para ganar por quinta vez en París. Las sospechas recaen en un ciclista español y el responsable de su equipo, que trabajó en la cárcel donde Cupido cumplió condena, encarga al detective una investigación paralela a la judicial.
El marco de la acción, el Tour, es mucho más que un contexto; es un homenaje a este esforzado deporte. Por eso pasan medio centenar de páginas antes de que ocurra nada inesperado y otras se dedican a desmenuzar las exigencias de estas competiciones y a convertirlas en símbolo de un reto humano, empeño logrado sin retóricas ni abstracciones trascendentalistas. Sin duda, el autor comparte la admiración por el ciclismo y de una vivencia interiorizada sale una subyugante tensión narrativa. Algunos fragmentos elevan el tono descriptivo a las alturas de la épica.
No practica, sin embargo, Fuentes el idealismo del deporte de competición y coloca el asesinato en una problemática muy actual, el dopaje y los intereses que rodean estos acontecimientos. El gran reto de superarse queda así ensombrecido pero el autor se mueve con equilibrio entre lo genérico y lo circunstancial. Al crimen siguen más percances, y se forma una tupida trama de intriga que evoluciona con misterio y mantiene el suspense sin desfallecimiento hasta la resolución final. A la fuerza no desvelo los detalles. Lo que cuenta es el desarrollo de varias incógnitas y su inserción en un conflicto más amplio, las pasiones de la naturaleza humana, siempre débil pero con valores positivos. Este planteamiento de deliberada sencillez afecta también a la construcción de la novela. Los capítulos siguen las etapas de la carrera. Algunas incursiones en el pasado de los personajes, variada y atractiva galería, explican su proceder. La lengua es cuidadosa pero clara. Los párrafos, breves, salvo, con magnífico efecto, las páginas de prosa encadenada para dar plasticidad a la angustiosa subida al Tourmalet. No me convence una marca de fábrica de Fuentes, su falta de sensibilidad para lo coloquial.
Contrarreloj es una novela de muy gustosa lectura, entretenida y con fondo, un modelo de literatura de calidad para lectores comunes.