Novela

Diez pequeños indios

Sherman Alexie

19 noviembre, 2010 01:00

Traducción de Daniel Gascón. Xórdica. Zaragoza, 2010.283 págs, 22 e.


Hace años, durante su visita a España, tuve oportunidad de conocer a Sherman Alexie (1966). No tardó en corregirme cuando utilicé el término políticamente correcto de "nativo-americano", pues él, en sus propias palabras, era un "indio". Se encontraba en nuestro país promocionando La pelea celestial de Llanero Solitario y Toro, o tal vez fuera El blues de la reserva, libro de relatos y novela, respectivamente, que revelaban la calidad de la voz más genuina de la narrativa americana actual.

El título que se ofrece ahora a los lectores reúne nueve cuentos de similar temática. Aquí, como en Llanero Solitario, Alexie nos presenta una galería de personajes singulares, "rehenes de contradicciones liberales" (169) como llega a reconocer uno de ellos, cuyo propósito no es otro que transgredir el papel que la sociedad espera del indio. En "Patrones de vuelo" tal principio se explícita: "Claro, él era un miembro registrado de la tribu spokane, pero también era un miembro de la reconocida tribu del cuaderno de notas y el ordenador, y la tribu del control de seguridad y la tribu del coche de alquiler y la tribu del hotel-puente aéreo-autobús y la tribu de los teléfonos móviles con servicio roaming." (p.133).

Todos los personajes pertenecen a la tribu spokane como el propio autor, y en casi todos los cuentos la acción se desarrolle en las calles de Seattle. La oposición de Alexie al estereotipo tradicional, al determinismo intelectual, llega en ocasiones a convertirse en una verdadera obsesión, y tal vez sea lastre un volumen desigual. "Puedo conseguir un testigo" o "Redimiré lo que empeñaste" son relatos deliciosos, bien construidos y estructurados y no menos inteligentes; el segundo de ellos es un ejemplo de cómo la ternura no está reñida con la calidad. "La vida y los tiempos de Estelle Walks Above" o "No entres dócilmente" resultan más vulgares. Lo que no se puede negar en ningún caso es su sentido del humor. No recuerdo la última vez -probablemente con los cuentos de Bukowski- que me reí con una historia como durante la locura que es "No entres dócilmente". Únicamente me queda una duda: no sé si este príncipe de la sátira se está riendo de los indios, de los lectores o de él mismo, sin implicar con ello valoraciones peyorativas.