A la manera coral de las películas de Rodrigo García -
Nueve vidas,
Madres e hijas...-, esta nueva voz de las letras colombianas, nacida en 1980, afincada en Argentina, nos sirve un plato suculento de miserias femeninas. Nueve personajes protagonizan otros tantos relatos sobre la soledad, la obsesión, el desamor y la tristeza existencial. Son mujeres al borde de su propia locura que se aferran a lo que sea para seguir adelante, mientras se ignoran entre sí. Las historias están veteadas de cotidianeidad urbana: hay damas tan aficionadas a los concursos de la tele que les va la vida en ver ganar a su candidata; hay actrices del afamado culebrón
Muchacha soltera -que otros personajes ven-; hay una madre demasiado ocupada para serlo...
Todas observan desde las ventanas vacías, pero nunca llegan a ayudarse. Son criaturas a una deriva que nos resulta horriblemente cotidiana.
Los méritos de García Robayo son múltiples.
No hay cuento que no emocione, ni personaje que no trastorne. Que además los relatos sean vasos comunicantes le imprime al conjunto un estimulante sentido de unidad. Y que su autora tenga 30 años es la guinda del pastel: convendrá seguirla de cerca.