Los sinsabores del verdadero policía
Roberto Bolaño
4 febrero, 2011 01:00Roberto Bolaño. Foto: Antonio Moreno
Sobre la calidad de los textos no cabe discusión posible. Conforma, en muchas de sus páginas, aquel extraño mundo de Bolaño en el que convive el humor, en ocasiones macabro, la violencia, la homosexualidad y alguna que otra desviación sexual, a la vez que la reflexión sobre la memoria, la vida, la crueldad, la miseria, su México y el amor. Tal vez aquí se manifiesten con más claridad algunas de sus fuentes: Borges en sus tópicos (el laberinto, la memoria, el doble, autores y obras imaginarias, etc.), el Faulkner de Santuario, Kafka o los surrealistas franceses, así como los "escritores bárbaros", entre los que pretende situarse. Pero resulta también evidente su preocupación por la poesía (incluida la española y una cierta fijación por Leopoldo María Panero).
Con un provocador catálogo de poetas se inicia precisamente la novela: "Para Padilla, recordaba Amalfitano, existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales. La poesía, en cambio, era absolutamente homosexual. Dentro del inmenso océano de ésta distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos". Alguien podría establecer cierto paralelismo con el conocido poema de Lorca, su "Oda a Walt Withman", pero desde el principio los guiños literarios de Bolaño van a ser constantes y diversos. Tampoco será baladí la relación entre Amalfitano y un joven Padilla, poeta violento y homosexual, interesado por "Barcelona, el sexo, la enfermedad, el crimen". Será Padilla quien se revelará al lector como el íntimo corresponsal de Amalfitano, cuando éste se encuentre ya en Santa Teresa, en México, y aquél, enfermo de sida. Pero su primera relación sexual se produjo cuando el profesor era ya cincuentón y Padilla le visitaba junto a un grupo de jóvenes que le respetaban.
Las confesiones de los personajes nos ofrecen una perspectiva global de cada uno. Amalfitano, por ejemplo, se autoanaliza, tras pasar efímeramente por la universidad de Barcelona y ser expulsado por su homosexualidad. Las circunstancias vitales, como el matrimonio con Edith Lieberman, su tortura en la etapa de Pinochet en Chile o la figura de su hija Rosa que le acompañará a México, serán desarrolladas y hasta reiteradas en otro pasaje, entre sueños (pp. 257 y siguientes). Pero el mecanismo narrativo habitual es parecido a las muñecas rusas. De la acción principal se derivan personajes, de los que se narran historias que, a su vez, originan nuevos relatos. La novela se convierte de este modo en un revoltijo de tiempos y de historias, suma de diálogos inscritos, confesiones, reflexiones más cercanas al ensayo que a la invención en el seno de una atmósfera propia e identificable característica de las mejores obras de Bolaño, distanciada con humor, fundamentada en la literatura, experiencia principal de la vida, interesada en la magia.
Pero el detective/lector no se pierde en este caos aparente, tal vez se aburra en la relación de los argumentos de las novelas de Arcimboldi, unas páginas prescindibles, aunque en ellas aparezca algún detalle que hace suponer que desde allí hubiera podido derivarse otro relato. El breve capítulo dedicado a Rosa Amalfitano no tiene desperdicio, su descubrimiento de Santa Teresa, así como las frustraciones adolescentes de Jordi en Barcelona. Pero Amalfitano se abre en diversas perspectivas. Castillo le conducirá hasta Juan Ponce Esquivel, numerólogo, personaje que ha de permitir ofrecer una verdadera teoría de la historia, incluida la prospectiva. Pero Castillo es un falsificador de la pintura de Larry Rivers. Sus encuentros permitirán teorizar sobre arte, original y copia, lo auténtico y lo falso. La obra parece haberse iniciado en 1999 y, paralela a 2666, también póstuma, deriva de aquella, corre en paralelo y, a la vez, la completa. No es una pieza menor y dada su habitual fragmentación, el hecho de que Bolaño no la diera por finalizada en su totalidad no le resta mérito ni interés. Con ella se acrecentará el mito del autor, fallecido en Barcelona en 2003 en circunstancias dramáticas.