Image: Letal como un solo de Charlie Parker

Image: Letal como un solo de Charlie Parker

Novela

Letal como un solo de Charlie Parker

Javier Márquez

1 junio, 2012 02:00

Javier Márquez

Salto de Página. Madrid, 2012. 272 páginas. 18 euros

Al más puro estilo de los thriller americanos, ambientado en Las Vegas de los años 50 y protagonizado por "un Figura" con tendencia a meterse de lleno en asuntos turbios... Así es esta tercera novela del periodista Javier Márquez (Sevilla, 1978). En ella se dan cita las dos pasiones del autor: el gusto por fabular y la investigación periodística, lo que le llevó a tropezar con una leyenda negra vinculada al Hollywood de los 50, al rodaje de El conquistador de Mongolia, película dirigida por Howard Hughes y espoleada por un asunto que acabó saliendo a la luz sin el merecido dramatismo (la muerte de muchos miembros del equipo de rodaje por los efectos nunca esclarecidos de una radioactividad vinculada a un "asunto de estado") De aquella realidad, recreada con pericia y minuciosidad, surge este relato, que especula con hechos documentados y juega a que sus personajes parezcan imaginados.

La novela resulta atractiva, por inusual y arriesgada; muy lograda en algunos aspectos, como es esa mezcla de realidad y ficción conseguida con recursos expresivos que recrean lo que el autor dice que puede parecer (y en absoluto lo es) "un mal guión de Hollywod"; y deficitaria en otros, y es que siendo una historia interesante falla el ritmo. Pero el relato es bueno, y lo avala el registro de su narrador protagonista, quien se refugia en un largo flashback, para regalárselo a una joven periodista, años después. Descansa todo en la memoria y la voz de su Eddie Bennet, y comienza a finales de los 90, el día que muere Sinatra. Cuenta los retales de aquel tiempo en que, trabajando en Las Vegas para una empresa de seguridad, le encargaron firmar lo que parecía el suicidio de una de las actrices de un rodaje; se desplazó al lugar de los hechos y una muerte le llevó a otra. Una vez ahí hay que llegar al final, hasta la escena antológica (en la novela, ¡claro!) que ilustra ese "solo de Charlie Parker" capaz de hacer que, en un instante, todo se desmorone.