Image: Los pájaros amarillos

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Novela

Los pájaros amarillos

Kewin Powers

16 noviembre, 2012 01:00

Kewin Powers

Traducción de Jesús Gómez. Alpha Decay. Barcelona, 2012, 192 páginas, 18 euros

La "guerra al terrorismo" que declaró Bush Jr. está generando un volumen sin precedentes de novelas sobre las acciones armadas norteamericanas en Irak o Afganistán. Este mismo año se han publicado al menos cuatro títulos: Hold It ‘Til Hurts, de Geronimo Johnson; Billy Lynn's Long Halftime Walk de Ben Fountain, Fobbit (2012) de David Abrams y la recién traducida al español Los pájaros amarillos de Kevin Powers.

Ciertamente, la narrativa bélica es un género literario en sí mismo, y probablemente el primer paso al gusto por la lectura para muchos lectores de mi generación, aunque, en este mundo de eufemismos, resulta ahora que lo que nosotros, superado el listón de los 50, leíamos en nuestra infancia no eran tebeos sino "novelas gráficas", de acuerdo a la más reciente denominación. ¡Amén! Mis preferidas eran las de Hazañas Bélicas -en formato de cuadernillo rectangular. ¡Qué tiempos aquellos, cuando los rudos soldados americanos escenificaban escenas de asalto con interminables ráfagas de metralleta e incontables lanzamientos de granadas contra los nazis!

Desde las primeras narraciones de principios del siglo XIX con una guerra como marco histórico como El último mohicano (1826), poco había cambiado el modelo literario. Eso sí, Stephen Crane en su Roja insignia del valor (1895) "modernizó" el género al incluir el componente psicológico, que será la piedra angular en este tipo de narraciones a partir de la segunda mitad del siglo XX. A Rumor of War (1977) de Philip Caputo, su autobiografía durante los años que duró la guerra de Vietnam, que conoció como soldado en sus inicios y como periodista en su conclusión, marca el inicio de la modernización en la narrativa bélica. En Paco´s Story (1986, La historia de Paco, Ediciones B, 1988), también con Vietnam como marco, este nuevo modelo, donde se presta más atención a las secuelas de la violencia que a la acción, adquiere rango de categoría.

Esta es la dinámica que encontramos en la obra de Kewin Powers (Richmond, 1980); la guerra ha marcado a quienes la han sufrido y resulta imposible borrar sus dolorosos recuerdos: "Cuando estás muerto, no sueñas. Yo sueño. El sueño de los vivos, aunque no daré gracias por ello." (pág. 93). Quien así se expresa es el protagonista narrador, John Bartle (sí, a mí también me ha recordado al Bartleby de Melville, pero no he acabado de ver la relación directa) que con ventiún años participó en la guerra de Irak. Poco antes de partir promete a la madre de otro soldado, el joven Daniel Murphy, de tan solo 18 años, que cuidará de su hijo y se lo devolverá con vida. Pero la guerra tiene su propia dinámica, sus propios e inescrutables designios y Murphy muere. Hubiera preferido no revelar el trágico desenlace, pero resulta imprescindible para entender el análisis de Bartle; eso sí, no desvelo qué ocurre con el cadáver, ciertamente sorprendente. Un tercer personaje, el sargento Sterling, que lo mismo humilla que felicita a sus hombres, completa la nómina de protagonistas.

La acción transcurre entre diciembre de 2003 en Fort Dix (Nueva Jersey), cuando antes de partir hace la promesa a la señora Murphy, y abril de 2009 en Fort Knox (Kentucky), donde se produce el reencuentro con la madre de su amigo muerto en lo que resulta ser una catarsis necesaria: "Vuelvo a sentirme normal y corriente…. Así que soy normal, excepto por unos cuantos rasgos que llevaré hasta el final conmigo." (pág. 188). No es una narración lineal, sino que los acontecimientos se alteran temporalmente entre Al Tafar, en la provincia iraquí de Nínive, donde está destinado Bartle, y Richmond. Y no son muchos los pasajes que acontecen en el escenario de guerra, pues lo sustancial son las secuelas psicológicas de la guerra -"los fantasmas de los muertos llenaban los asientos de todas las salas por las que pasé"- y la transformación que se sufre al enfrentarse a situaciones límite, que diría Hemingway: "Intenté recordar cosas hasta que me quedé sin nada y descubrí que ésa era mi única certeza" (p. 121).