Franklin Evans, el borracho
Walt Whitman
11 enero, 2013 01:00Walt Whitman
La novela narra la vida de Franklin Evans, quien en su juventud cambia la tranquilidad del campo en Long Island por el bullicio de Nueva York en busca de fortuna. Conocerá a John Colby, una amistad poco recomendable que será su guía en el progresivo deterioro que sufrirá como consecuencia de su adicción al alcohol, y a quien culpará de sus desgracias. En uno de sus contados momentos de abstemio contraerá matrimonio con Mary. Pero el desenlace de sus continuas recaídas en la bebida causará la muerte de su esposa. En esas mismas fechas Evans salvará a una niña de morir ahogada; su familia, los Marchion se convertirán en benefactores de Evans salvándole de la cárcel y su futuro "tomaba un nuevo rumbo lleno de esperanzas" (p. 293) Comienza una nueva vida en Virginia y se casa con Margaret, una esclava de quien no estaba realmente enamorado, y que sufrirá una suerte incluso más desgraciada que la Mary. Regresa a Nueva York y, para su sorpresa, hereda la fortuna del señor Stephen Lee, un anticuario a quien conoció nada más llegar a Nueva York. Evans logra reformarse a partir de ese momento y se dedica en cuerpo y alma a combatir el alcoholismo, por lo que escribe esta novela.
Se trata de una historia con claros tintes melodramáticos y una confesada vocación de adoctrinamiento moralizante que se expone de forma abierta. El gran problema de la sociedad es el alcohol, quien es atrapado en "el nubarrón negro que lo cubre todo" (p. 167) tendrá una existencia desgraciada. Evan logra vencerlo y cuando en el último capítulo se topa con su antiguo amigo Colby que está siendo ridiculizado por unos niños se pregunta, "¿qué me había salvado a mí de aquella situación de degradación?" (p. 348). Esta postrera reflexión dota a la novela de un singular valor literario. La salvación de Evans no es fruto de su esfuerzo, sino que sobreviene de forma casual, como casual fue su caída en desgracia. El hombre, por tanto, no gobierna su vida, sino que nuestro destino es determinado por fuerzas que escapan a nuestro control.
Un libro que, por su fatalismo determinista, bien pudiera considerarse un vanguardista precursor del naturalismo norteamericano de comienzos del siglo XX. Pensemos, por ejemplo, en La jungla de Upton Sinclair publicada en 1906.