Viuda a los catorce años de un Médici, casada después con un Farnesio, Margarita de Parma (1522-1586) fue la única hija ilegítima de Carlos V reconocida por el emperador, pero su destino, marcado desde la cuna, le permitió recibir una educación insólita en una mujer de su tiempo, y
gobernar los Países Bajos en un periodo especialmente convulso, tiznado de deslealtades y violencias. Su historia, que pocos novelistas actuales podrían imaginar, es recreada con extraordinario pulso por María Teresa Álvarez (Candas, 1945), que ya había recuperado a otras olvidadas de nuestra historia, como
la infanta Paz de Borbón,
Catalina de Lancaster, Madre Sacramento,
Maribárbola o la pasión última de Carlos, y que en este volumen desmiente los prejuicios que los historiadores al uso mantienen hacia quienes narran el pasado.
Lo mejor, quizá, sea la descripción de los encuentros de doña Margarita con su esquivo padre, la historia de sus matrimonios, los conflictos que tiñeron Europa, sus desencuentros con su hermanastro Felipe II, o su estrecha relación con su confesor, Ignacio de Loyola. Y, desde luego,
la amenidad con la que recrea, con documentos contrastados, una época que no por conocida deja de asombrar al lector.