El cielo ha vuelto
Clara Sánchez
22 noviembre, 2013 01:00Clara Sánchez. Foto: Santi Cogolludo
Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) cuenta con una larga trayectoria narrativa con más de una decena de novelas publicadas en los últimos 25 años. Ha ganado algunos de los premios literarios de mayor resonancia pública, como el Primavera con Últimas noticias del paraíso (2000) y el Nadal con Lo que esconde tu nombre (2010), a los cuales se añade ahora el Planeta por El cielo ha vuelto. Una novela destinada al gran público lector, como es habitual entre las galardonadas con este premio, escrita en un estilo sencillo y directo, coloquial.La narradora y protagonista es una modelo profesional en plena juventud y belleza. Tiene 26 años, lleva una vida cómoda, casada con un pintor sin éxito del que está enamorada y al que quiere ayudar a superar su crisis creadora. Pero ya en el primer capítulo su enigmática compañera de vuelo desde Nueva Delhi le anuncia que alguien de su entorno desea su muerte. A partir de ahí Patricia empieza a relacionar extraños percances de su vida diaria con el funesto augurio. Su exitosa carrera de modelo decae. Consulta con frecuencia con la misteriosa Viviana y sigue sus recomendaciones. Empieza a sospechar de todas las personas con las que se relaciona, desde otra modelo de la agencia y sus jefes, hasta de su hermana, pasando por el que fuera marchante de su marido, su mujer y el propio y fracasado pintor Elías.
Estos materiales están hábilmente distribuidos con el fin de crear suspense en la intriga, que se nutre tanto de los amuletos, esfinges, colgantes y elixires manejados por Viviana como de las sucesivas analepsis con que la narración abandona su cronología lineal para volver atrás en la recreación resumida del pasado de cada personaje que pasa a ser nuevo sospechoso. Con ello el mundo de esplendor y miseria de las modelos, construido por un jefe implicado en negocios clandestinos en Oriente y vigilado por su misteriosa directora rusa, va descubriendo su cara oculta de rivalidades, ambiciones y zancadillas, su contaminación con las drogas, y al mismo tiempo se ve alterado por los extraños poderes de Viviana y las diabólicas malas artes que se descubren en algún malévolo personaje. Y así, con los crecientes miedos y la gradual incertidumbre de la protagonista, la novela va explorando diversos pliegues misteriosos de la realidad cotidiana para adentrarse en presentimientos y visiones pararreales.
En este sutil deslizamiento entre lo real y lo misterioso radica lo mejor de la novela. Su gradual intensificación sirve de trampolín a la narradora y protagonista para buscar la verdad como única base sólida de la felicidad, reconociendo los errores cometidos en su pasado, y para dar un cambio radical en su vida, afrontando nuevas posibilidades en un final abierto sugerido ya en el título. Entre lo menos afortunado hay que anotar la falta de mayor depuración en un texto lastrado por informaciones triviales y lugares comunes prodigados en el tratamiento de algunos triángulos amorosos de modelos, marchantes y pintores de ambos sexos. Y en cambio el acierto se revela cuando la narración se centra en la introspección psicológica de la protagonista.