La llama danzante
José Luis de Juan
21 febrero, 2014 01:00José Luis de Juan. Foto: Archivo
Hay escritores que parecen encontrar acomodo en un modo de ficción que, lejos de rehuir la complejidad del mundo y las relaciones humanas, la asumen en sus libros. No para resolverla, obviamente, sino para exponerla, para contarla. José Luis de Juan (Palma de Mallorca, 1956) pertenece a esa tribu, a la de quienes poseen una personalidad independiente y audaz, un estilo sobrio -a veces sórdido y descarnado, siempre distante-, una idea de la creación alejada de tópicos y convenciones, y un tono acorde con el punto de vista elegido para exponer la idea que ronda cada novela. Con La llama danzante (premio Ciudad de Palma de novela 2012), son ya siete títulos, cada uno con su poso. ¡Ninguno fácil! Pero todos van ilustrando una interesante personalidad y confirmando las cualidades de un excelente escritor. Este último es buen ejemplo de todo lo dicho, empezando por la voz que narra desde cierta distancia, enlazando literatura y viajes, en un tempo lento, con el presente desplegando planos, escenas y secuencias de la historia personal, familiar y cultural de los dos protagonistas.¿Cómo? A través de un extraño viaje: el de una pareja -Juan, fotógrafo, mallorquín, y Lotta, guionista, alemana- en un Chevrolet prestado, por el desierto de Arizona, huyendo de Los Ángeles, camino de San Francisco, con una parada decisiva en las misiones de San Diego y un final de ruta de Juan, solo, en San Marcos. Tras dos años de relación intensa y difícil surge para ellos la necesidad de dirigir el rumbo incierto de la vida que llevan juntos, sin poder evitar asomarse a sus respectivas soledades. De ese modo el viaje horizontal, con sus rectas y sus curvas, sirve al lector de referente argumental, pero agranda su perspectiva con la intersección de otro eje estructural y temático: el viaje vertical que cada uno realiza encadenando recuerdos, imágenes, que a veces chocan, o se entrecruzan. En este viaje está la emoción, el vértigo de un recorrido que sigue las directrices de la memoria. Lo sugieren los versos de R. Graves que alientan el sentido de la trama, "the irreprochable secret/of love: never to turn back". ¿A dónde conduce? ¿A una búsqueda, a un final, al sueño de cada uno? Parte del acierto está en ese suspense tan propio de la realidad, de las relaciones humanas.