Novela

La fragilidad del neón

Juan Laborda Barceló

18 abril, 2014 02:00

Alrevés. Barcelona, 2014. 233 páginas, 18 euros

En La fragilidad del neón, Juan Laborda Barceló (Madrid, 1978) nos entrega una obra correcta, escrita con oficio. Conocedor de la historia moderna y de la historia y la estética cinematográficas por su formación, Laborda presenta una trama en la que convergen ambas perspectivas. El relato principal se desarrolla en París durante unos días de octubre de 1951, cuando la actriz norteamericana Linda Darnell -que trabajó a las órdenes de Preminger, John Ford, Preston Sturges o Manckiewicz- viaja a París con su secretaria. El exiliado español Ramón Sandoval le sirve como chófer y guardaespaldas ante la posibilidad de que extremistas argelinos intenten atentar contra su vida. Desde este presente en el que la famosa actriz se encuentra con personalidades de la política y de la cultura internacional (Malraux, Picasso, Josephine Baker o Truffaut...), la historia retrocede al pasado para recuperar unos hechos que tuvieron lugar durante la Guerra Civil española. Se trata de la interrupción de las relaciones entre Manuel -hermano de Ramón- y Araceli por su condición de primos, que será fundamental para el desarrollo posterior de sus vidas. Además, la mención a Manuel Saldoval recupera otra parte de la trama -la que relata su aventura como guerrillero proargelino- que se narra paralelamente a la acción principal.

Nos encontramos ante una novela histórica en la que se entreveran hechos y personajes reales con otros de fición. La Guerra del 36 y sus consecuencias, la Guerra de la Independencia de Argelia o la batalla de París de octubre del 61, se mezclan con el incipiente amor entre Manuel y Araceli, las vivencias en París de una actriz en el ocaso de su carrera, las relaciones entre dos hermanos distanciados por una traición y el breve aunque intenso encuentro entre Claire y Ramón que alivia la existencia solitaria y resentida del exiliado español. El autor conoce bien la Historia y domina ciertas técnicas narrativas adoptadas del cine, como el montaje paralelo y el flash-back. El engranaje entre lo ficcional y lo real, sin embargo, no está siempre conseguido. El lector se enfrenta a descripciones pormenorizadas de acontecimientos históricos y a reflexiones sobre estos hechos que dificultan la lectura y distraen de la trama ficcional. Con frecuencia, el argumento fingido se ve desrealizado por la irrupción de la Historia y la obra se convierte en una novela de tesis donde predomina el discurso del autor. Al margen de estos descuidos, el estilo de Laborda es ágil y eficaz, lo que revela su valioso potencial.