Los huérfanos
Jorge Carrión
12 septiembre, 2014 02:00Jorge Carrión. Foto: Domènec Umbert
Jorge Carrión (Barcelona, 1976), narrador, profesor y ensayista, superintendente de emergencias literarias, publica la segunda novela de una trilogía empeñada en hablar de hoy como si lo hiciera de mañana. Si la primera se tituló Los muertos, ahora estamos ante Los huérfanos, y el título no es en vano: los supervivientes de un fin del mundo sólo pueden habitar la orfandad. El libro, independiente del anterior aunque se vincule a él de formas sutiles, se centra en los habitantes de un búnker bajo la antigua ciudad de Pequín. Han transcurrido más de trece años desde que la Tercera Guerra Mundial acabó con todo, y en 400 metros cuadrados protegidos de la radioactividad este colectivo tiene que inventar y sostener en el tiempo nuevas reglas y equilibrios de poder, nuevas represiones. La premisa es puro género mil veces contado, pero en manos de Carrión incorpora algún matiz original.Aunque Los huérfanos no es un libro que avasalle al lector con referencias literarias, tengo el capricho de creer que las referencias que sí hace explícitas sirven para sintetizar sus intenciones. Así, la dedicatoria “para Juan Goytisolo” es la confesión de un linaje posnacional y de una comprensión del lenguaje como libertad, relieve anatómico, “biología”. Las citas iniciales también nos orientan: Yoram Kaniuk puede aludir, quizás, a la culpa inmerecida que impone la supervivencia; Thomas Mann aporta un marco crepuscular y dialéctico; Félix Bruzzone es tal vez un recordatorio de la naturaleza política de la narración. Finalmente (ya acabo con el name dropping), cuando se nos dice que un personaje atesora novelas “de Camus y Houellebecq”, el arco que forman estos dos nombres es demasiado tenso como para considerarlo arbitrario: de la potencia sociológica del segundo a la restitución ética, individual pero solidaria, del primero. En todo caso, todos estos nombres nos llevan a un cruce conflictivo entre Historia, política, sociedad e individuo.
La Historia es un tema esencial en Los huérfanos: la Tercera Guerra Mundial tiene lugar porque las sociedades y sus gobiernos se lanzan a una operación masiva de “Reanimación Histórica”, recreando y ficcionalizando de forma espectacular el pasado, buscando en él justificación más que verdad. Son Historia la Crisis y las respuestas revisionistas o miméticas respecto del pasado que se le dan, son Historia las identidades colectivas sesgadas. Esta forma de (no) entender la Historia, vehiculada a través de una tecnología tratada ambiguamente por Carrión, desencadenará la catástrofe. Años después, bajo la luz amarilla que preside el búnker, el protagonista Marcelo estudia meticulosamente el diccionario y redacta unas notas clandestinas, recordando lo ocurrido y narrando su presente, en las que afirma: “no escribo para registrar, sino para controlarme”. El Yo como una forma de responsabilidad.
Los huérfanos, estilísticamente evocadora y nunca unívoca, levanta un escenario atractivo: redes sociales de nombre y lógica ingeniosos (mypain, memorybook), alusiones a una “Zona” que suena a Tarkovsky, presencia de dobles espectrales, cirugía plástica molecular, alusiones a series televisivas, cierta grandilocuencia... Carrión le explicaba a Daniel Arjona en una entrevista para El Cultural que este libro aspira a hacer preguntas y obligarnos a “pensar en serio”. Pues lo logra.