También esto pasará
Milena Busquets
16 enero, 2015 01:00Milena Busquets
Una mujer de 40 años, Blanca, asiste en Cadaqués al entierro de su madre, fallecida tras un grave deterioro físico y mental. El sobrio sepelio induce la amplia evocación de las relaciones entre ambas y el relato se constituye como una larga conversación entre la madre y la hija, o, con más propiedad, como un monólogo en el que Blanca dirige a su muda interlocutora comentarios que buscan recapitular el fondo de unas peculiares relaciones y solventar para siempre lagunas y distanciamientos del pasado. Alrededor de este sencillo eje argumental desarrolla Milena Busquets (Barcelona, 1972) una tan intensa como escueta indagación personal en También esto pasará.La "embestida de la ausencia" materna provoca una aguda revisión biográfica y existencial donde pugnan las dos pulsiones elementales de la condición humana, eros y tánatos. El desgarro por la pérdida provoca lacerante inestabilidad y lleva a las cercanías de la vivencia del sinsentido vital. ¿Y ahora qué?, se pregunta en el fondo la narradora. Primero, liquidar las cuentas pendientes con la madre, la incomunicación, la ausencia de confidencialidad e intimidades, el no haber sido amigas. Esta postrera recapitulación se salda con la paz de espíritu, sin reproches y con una verdadera confesión de amor. Segundo, reafirmarse en el mundo con un paladino reconocimiento de los valores sustanciales que han informado su existencia, que serán la tabla de salvación del presente y que en buena medida constituyen la herencia yacente de la madre, quien alentó en la chica la independencia que marca su carácter. El más importante de esos principios radica en el amor y el sexo, conceptos para ella indistinguibles, junto a un círculo pequeño de amistades y familiares directos.
Blanca tiene como guía básico un exaltado carpe diem, donde halla una definitiva razón vital trufada de hedonismo, elementos sensoriales, alegría y terminante ejercicio de la libertad. Los hombres ocupan un papel crucial en ese diseño biográfico y el relato ofrece el más claro y contundente ejemplo en nuestras letras, hasta ahora, que yo conozca, del tratamiento posfeminista de la mujer en la novela, el que pone en práctica el reconvertido lema revolucionario francés enunciado hace tres lustros por Deirdre Bair, "Liberté, egalité, infidelité". Aporta Busquets un nuevo paradigma femenino en el que la infidelidad, último tabú de la novela burguesa, se ofrece como situación normal, sin reproches morales ni sociales.
Esta línea anecdótica añade dimensión colectiva a una novela muy intimista. En buena medida, También esto pasará es un retrato social de un grupo elitista, desprejuiciado, acomodado y culto (no hay más que ver las ocupaciones de los personajes: arquitectura, docencia, fotografía), algo así como la estampa actual de la segunda generación de aquella gauche divine de los amenes franquistas. Se trata, sin embargo, de un componente narrativo aséptico en cuanto que la autora se limita a mostrar unas actitudes, sin valorarlas, si es que ello no implica una postura.
Esta segunda novela de Milena Busquets tiene, además, un componente inexcusable para su completa comprensión, la estrecha relación con la obra de su madre, la editora y escritora Esther Tusquets (Barcelona, 1936-2012). En realidad, y soslayando un estilo sobrio en las antípodas del barroquismo materno, Busquets prolonga la peculiar Carta a la madre de Tusquets. Busquets hace una madeja con los hilos distintos de la obra de su madre (de la que salen muchas huellas: gusto por las narraciones orales y mitos, algunas aficiones o la propensión a un autoanálisis descarnado), la novela que leemos y, presumiblemente, la propia Milena Busquets.
Este presunto sostén autobiográfico destila calidez y veracidad en También esto pasará. La exploración de un yo angustiado tiene el patetismo y la exasperación requeridos por la circunstancia que la provoca pero en el justo punto en que la lucidez, la ironía, la ternura, el apunte poético y el pequeño hecho cotidiano evitan la desmesura dostoievskiana y barren la retórica. La reflexión desolada por la muerte convive con el instinto de vivir en una novela cuya apariencia leve es solo un hábil engaño literario para hablar de todas las querencias humanas con desenfado y a la vez con hondura e intensidad emocional.