Los supervivientes
Jimina Sabadú
11 diciembre, 2015 01:00Jimina Sabadú. Foto: Rai Robledo
Cuando una novela coral sucede en un escenario como un colegio se ve sometida a dos grandes vicios posibles: el primero es el del trazo maniqueo de lo contado; el segundo, el de imponer a lo narrado una cierta pátina moralizante sobre la educación. Se corre el peligro de introducir en lo relatado algunos ingredientes que extralimiten el fotograma sociológico de un microcosmos que no deja de ser una muestra válida del mundo. En esta cartografía de límites conocidos y no desgastados en exceso, Jimina Sabadú (Madrid, 1981) mueve Los supervivientes. Una fiesta de antiguos alumnos pone en funcionamiento todo el engranaje de un libro, simple, en el que la autora, a veces mediante el humor, a veces a través de la crueldad en todas las edades, conquista territorios distintos de la mera "novela de instituto".La obra, entre virtudes y desaciertos, es además la venganza de Sabadú contra todo un sistema educativo que ha venido siendo, por lo general, castrante y limitador. Sus personajes sufren el mobbing, la incomprensión, y asumen como inevitable un conjunto de valores descarnado que Sabadú levanta en el micromundo del colegio Agustín de Foxá. Un alumno vapuleado y con tendencias autodestructivas, una entusiasta profesora de Literatura y un veterano docente protagonizan esta historia de renuncias. En la mediocridad de los días de incomprensión, en el totalitarismo de los ambientes cerrados -un colegio elitista, en concreto- es donde mejor se ven las pinceladas de vida de Sabadú. Unamos al festejo un escritor frustrado y revenido de la vida, José Chapí, por cuya mordacidad nos habla la autora de la vacuidad de lo que conocemos como mundillo literario. La novela es actualísima, pero sobre ella pesa el precedente o el canon de A. M. D. G de Pérez de Ayala. Hay momentos en que Los supervivientes nos remite a la Elvira Lindo más barrial; pero en otros Sabadú sintetiza la incomprensión humana en un libro que ajusta muchas cuentas con lo vivido.
Hay una cierta santificación de la profesora de Literatura, pero su candidez, por contraste, nos sitúa bien y ‘sartreanamente' el Infierno en los otros. En la propia supervivencia.
@JesusNJurado