Image: Nebiros

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Novela

Nebiros

Juan Eduardo Cirlot

6 mayo, 2016 02:00

Juan Eduardo Cirlot. Foto: Francesc Català-Roca

Siruela. Madrid, 2016. 186 páginas, 18'99€, Ebook: 9'99€

Los archivos de la censura custodiados en Alcalá de Henares ya nos han dado jugosas sorpresas. Aparte de atesorar minutísima información sobre la labor depredadora del lápiz rojo en incontables textos literarios, guarda obras que nunca se editaron por desautorizaciones expresas o porque los autores no accedieron a cambios traumáticos o los editores no se arriesgaron a imprevisibles consecuencias dañinas. Hace un decenio se descubrió nada menos que un libro beligerante de Antonio Gamoneda, Actos, cuyas citas marxistas soliviantaron al censor, que como tal nunca se publicó. Tampoco logró superar mucho antes la prohibición la única novela de Juan Eduardo Cirlot (Barcelona, 1916-1973). Ninguna noticia se tenía acerca de una obra sorprendente por separarse de sus inquietudes conocidas, las de poeta con alto crédito, o de ensayista, autor de un creativo, original y frecuentado diccionario de símbolos. La estudiosa medievalista Victoria Cirlot y Enrique Granell, atento editor de la lítica cirlotiana, localizaron el año pasado ese original y ahora la hija del escritor lo edita acompañado de un interesante epílogo donde refiere las desventuradas andanzas del desconocido manuscrito (en realidad, mecanoscrito). Su título, aureolado de ecos misteriosos a que tan proclive era Cirlot: Nebiros.

Nebiros es una novela en parte rara y en parte muy sintomática de la narrativa de la época en que se escribió, 1950. Rara como propia de quien siempre mantuvo una posición extraterritorial en las letras de posguerra, bien sea por sus trasgresoras aficiones vanguardistas a contrapelo del clasicismo de los años 40, bien por su interés por los arcanos del mundo. En cambio, participa de la tendencia del momento a expresar en términos extremosos el sinsentido vital existencialista. Lo cual, por otra parte, era algo del interés del frustrado editor, José Janés, que premió y publicó por las mismas fechas un fortísimo testimonio de alguien abocado con lucidez y sin piedad a la autodestrucción, La moneda en el suelo, de Ildefonso-Manuel Gil.

En expeditiva síntesis, Nebiros es una implacable indagación en la conciencia atormentada de un ser insatisfecho con sus circunstancias materiales y torturado por una difusa problemática relativa al destino. Un conjunto de elementos narrativos apuntalan ese drama de radical intimismo. El personaje carece de nombre propio. El tiempo de la acción se comprime desde un atardecer en que éste sale de su extraña oficina hasta el alba siguiente. Tampoco se sabe por dónde discurre esa tremenda noche de Walpurgis, rellena con bodegones de violencia, miseria y vicio, aunque someras trazas topográficas apuntan a Barcelona. En fin, tal itinerario está regido por el pacto con un demonio, el Nebiros del título, nombre asimismo del infernal bar a donde el hombre acude como imantado por las fuerzas maléficas. La peripecia gira en un agitado carrusel de instintos, obsesivos impulsos sexuales y dilemas espirituales, sin el más mínimo reflejo social o político. Además, el proceso psíquico se desarrolla por medio de símbolos oscuros.

El resultado es un relato alegórico muy abstracto que expresa la inquietante extrañeza que se esconde más allá de la realidad. Un discurso como éste, sin concesiones, especulativo, místico y filosófico, requiere una lectura exigente. Pero también atractiva porque Juan Eduardo Cirlot acierta a trasmitir la desasosegante evidencia de un mundo confuso y de una existencia cruel con bastante fuerza comunicativa.