Image: Quienes viven

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Novela

Quienes viven

Annie Dillard

17 febrero, 2017 01:00

Annie Dillard

Traducción de Mónica Rubio. Sabina Editorial. Madrid, 2016. 509 páginas, 26 €

Annie Dillard (Pittsburgh, 1945) obtuvo el premio Pulitzer de 1975 en no-ficción por Una temporada en Tinker creek, una narración de corte autobiográfico que acaba de publicar Errata Naturae y donde, al estilo de los Trascendentalistas, narraba sus impresiones personales al contemplar la naturaleza y la vida en el entorno del arroyo Tinker en su casa de Roanoke, en Virginia. Resulta pertinente tal información biográfica porque, más allá de la significativa referencia al prestigioso premio, la naturaleza y la reflexión sobre la existencia vuelven a ser recurrentes literarios en su primera obra de ficción, titulada Quienes viven, que ahora publica Sabina Editorial. En ella recrea la vida dura de los primeros pioneros que llegaron a las costas del entonces salvaje territorio del noroeste de los Estados Unidos, en lo que hoy es el estado de Washington.

En los siete capítulos de esta novela se narra la vida de quienes en la segunda mitad del siglo XIX se asentaron en Whatcom, en la bahía de Bellingham, un territorio ocupado entonces por los indios Loomi. Las cinco primeras familias -los Fishburn, los Sharp, los Ireland, los Honer y los Obenchain- encarnan el espíritu pionero que conformó la esencia de Norteamérica. Se trata de una narración de corte épico en donde la vida dura, el contacto con los nativos, la impresionante naturaleza, la violencia y la muerte son los condicionantes que marcarán las vidas de Ada Sharp, John Ireland o Beal Obenchain.

Los primeros cuatro capítulos se dedican a emplazar cada una de las familias recreando las motivaciones que les condujeron a abandonar su vida anterior, como los aristocráticos Eustace y Minta Horner, que decidieron abandonar la "civilizada" Baltimore en busca de un sueño en la otra punta de la nación. En los tres últimos se desarrolla la saga de las referidas familias recreando su evolución y cómo aquella pequeña comunidad original había crecido constituyendo una sociedad más sofisticada, ajena a cuanto encontraron los primeros en llegar.

En su libro de teoría literaria pulveriza Dillard -profesora de literatura en la Universidad de Wesleyan- la canónica división entre autores Modernistas y Posmodernistas y, según entiendo, son esas reminiscencias, ese gusto por establecer la continuidad literaria, el sustrato teórico que abona esta novela, donde encontramos reminiscencias de El último Mohicano, en sus evocaciones a la naturaleza; a la Willa Cather de O pioneros!, por su retrato de la dura vida de los primeros colonos, o al Steinbeck de Al éste del Edén, en lo relativo a las sagas familiares.

Dillard recrea la vida y tribulaciones de tal número de personajes que Quienes viven puede considerarse una novela coral -Ada Sharp es la única que sobrevive de principio a fin-. La interrelación entre todos ellos está magníficamente hilvanada, aunque el deseo de abarcarlo todo produce la sensación de no aportar nada nuevo. Solo el malvado Obenchain -como la Kate de Al este del Edén- añade esa pizca de pimienta, de conflicto, necesaria para atraparnos en la lectura.