Image: Septiembre puede esperar

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Novela

Septiembre puede esperar

Susana Fortes

20 octubre, 2017 02:00

Susana Fortes. Foto: Mandarache

Planeta. Barcelona, 2017. 269 páginas. 19'90€. Ebook: 12'99€

En los libros de Susana Fortes (Pontevedra, 1959) está esa expresión limpia, fresca y directa que buscan muchos lectores. Está la combinación de cierta dosis de sencillez y el incentivo del riesgo, la realidad, como sustancia misma del relato, y la cavilación poética.

Estas cualidades han ido afinando un estilo reconocible por el tono fluido y dúctil. En realidad, han validado un oficio en el que debutó hace más de veinte años (Querido Corto Maltés, 1994), lo revalidó en destacadas ocasiones (Quattrocento, 2007, Esperando a Robert Capa, 2009) y vuelve a significarse con la seguridad de quien conoce a sus lectores y reconoce su mejor baza expresiva.

Septiembre puede esperar es un título que suena bien, suena a nostalgia, a adivinanza, a evocación... Confunde, pero no engaña, porque si bien es la historia de Rebeca Aldán, una joven treintañera, estudiante de posgrado, que atrás deja su Galicia natal y a su novio de Lugo para disfrutar de una beca de investigación en Londres, atrincherada en una buhardilla de Nothing Hill desde la que va hilando su relato, también es la historia de una enigmática escritora, Emily J. Parker, de sus libros, de la razón de su desaparición, sin dejar rastro, un domingo desterrado del infinito (que diría Baudelaire), cuando Londres celebraba el décimo aniversario del final de la II Guerra Mundial.

Si el presente respira el aire de una típica comedia de acción, animada por personajes pintorescos y ambientada con toques románticos y guiños literarios, el pasado evoca el Londres de posguerra, los servicios de inteligencia a los que al parecer estaba vinculada la escritora, casada con Pearson y colaboradora de AlanTuring.

Pero la narradora protagonista sabe manejar el ritmo de su relato, dosificar la información y desvelar sorpresas de manera progresiva, así que la intriga se irá abriendo paso entre sus pesquisas, trenzando con acierto los dos planos. De un lado, el objeto de su estudio, la escritora cuyos libros admira, aunque, si inicialmente le empujaba la idea de recuperar su patrimonio, convencida de contribuir así a la historia de la literatura, pronto serán otras razones las que le muevan, como la intuición de estar descubriendo a una mujer realmente interesante. De otro lado su propia vida, pendiente de hallar un norte claro, de su pasión por la literatura, la memoria de su infancia...

Y mientras nos entretiene con su manera hichcockiana de rastrear indicios que van perfilando la vida oculta de la escritora, mientras investiga su historia llena de secretos de amistad y traición, recrea vivencias y descubrimientos personales fundiendo así las dos biografías en un perseguido fundido narrativo. Lo cierto es que no defrauda, y resuelve esa fórmula sugerida en su título -evocación, adivinanza y nostalgia- con un resultado que se permite mantener hasta el final la mejor baza: jugar con la ambigüedad justa.