Image: Hombres

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Novela

Hombres

Angelika Schrobsdorff

25 mayo, 2018 02:00

Angelika Schrobsdorff. Foto: Sören Stache

Traducción de Joaquín de Aguilera. Periférica & Errata Naturae, 2018. 576 páginas, 24,50 €

Angelika Schrobsdorff conoció la fama con su primera novela, Hombres, una obra descarnadamente sincera. Nació en 1927 en Friburgo en el seno de una familia de la burguesía judía, y en 1938 huyó a Bulgaria con su madre y su hermana. Su abuela fue asesinada en Theresienstadt. En 1947 regresó a Alemania y en 1971 se casó con Claude Lanzmann, el director de Shoah. Murió en Berlín en 2016. La novela autobiográfica Tú no eres como otras madres, publicada en 1992, disfrutó de un éxito colosal. En Hombres, el componente autobiográfico también desempeña un papel esencial. Eveline Clausen, la protagonista, comparte con la autora el origen judío, la emigración forzosa, una adolescencia marcada por la guerra y un proceso de maduración salpicado por el miedo, el desarraigo y la inseguridad.

Schrobsdorff no esconde los defectos de Eveline, una joven egoísta, superficial, "sin alma ni corazón". No es el punto de vista de algún amante despechado, sino de la propia muchacha, que se considera cínica e incluso vengativa. No es un retrato completamente justo, pues detrás de esos rasgos palpita una mente perspicaz y clarividente. Su pasión por vivir nace de sus dolorosas pérdidas y de un profundo escepticismo. No cree en Dios, ni en las ideologías que sacuden Europa. Con una formación académica incompleta, su educación se ha forjado con un conocimiento prematuro del odio y la intolerancia.

El título de la novela refleja fielmente su hilo argumental. Eveline es hija de un próspero empresario alemán y de una judía que ha logrado escapar de la hoguera nazi. Quiere a sus padres, pero sabe que han sido derrotados por el exilio y la enfermedad. La vida parece alejarse de ellos. En cambio, los hombres que desfilan ante ella representan la aventura, el deseo, la intensidad. Con sólo 14 años se enamora de un apuesto soldado que ya ha superado los 30. Sin miedo a la reprobación moral, Schrobsdorff reproduce el erotismo desinhibido de su personaje: "Sentí sus labios entreabiertos y su lengua, húmeda y suave, que se deslizaba por mi boca cerrada. Fue como una descarga eléctrica, tan dura, tan dolorosa, tan inesperada. Era el primer beso de un hombre". Eveline no perderá la virginidad hasta los 17, cuando se acuesta con un coronel estadounidense que le ha conseguido un trabajo como traductora. No lo hace para asegurar su empleo, sino porque la experiencia le parece tan aterradora como fascinante. Nunca se dejará intimidar por un hombre, pero tampoco cederá ante los prejuicios. Nada le parece más importante e irrenunciable que su libertad.

Eveline se casará poco después con un teniente norteamericano, un joven católico que pretende convertirla en una ama de casa, pero se rebelará contra ese destino, flirteando con otros hombres. Encadenará amantes, sin llegar a enamorarse. Después de conseguir un pequeño papel en el cine, iniciará un romance con un actor fatuo. No tardará en engañarlo. La frivolidad de Eveline no es gratuita, sino el fruto de una decepción generalizada. Sin pasaporte, sólo es una apátrida que ha sufrido distintas formas de opresión. Primero, los nazis; más tarde, los soviéticos y, por último, los norteamericanos. No son idénticos, pero todos se comportan como ocupantes, dejando claro su desprecio por la población civil. Eveline, que había abortado en una ocasión, celebrará alborozada un nuevo embarazo. No pretende formar una familia. Simplemente identifica la perspectiva de tener un hijo con un comienzo. Ser madre es una forma de adherirse a la vida, de apostar por la esperanza, de liberarse del miedo.

Hombres es un fresco sobre la pasión, el erotismo y los tabúes en una Europa devastada por la guerra. Un ejercicio de libertad con una inquietante belleza. No pretende aleccionarnos. Se conforma con mostrarnos la imperfección y fragilidad de la especie humana.

@Rafael_Narbona