Image: Stop-Time

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Novela

Stop-Time

Frank Conroy

28 septiembre, 2018 02:00

Frank Conroy. Foto: Archivo

Traducción de Eduardo Jordá. Libros del Asteroide, 2018. 424 páginas, 22,95 €. Ebook: 11,99 €

La autobiografía se convierte en literatura cuando el estilo imprime a los hechos una perspectiva estética. La vida de Frank Conroy no incluye hechos extraordinarios, pero sí vivencias trágicas, penosas o grotescas. Nacido en Nueva York en 1916, sólo es un niño cuando su padre pierde la razón e intenta estrangularlo. Su madre, Dagmar, es una mujer inestable e inmadura que apenas se preocupa de sus hijos. Su segundo marido, Jean, tiene el aspecto de un galán de orígenes aristocráticos, pero se comporta como un adolescente eterno y nunca dura demasiado en un empleo. Frank mantiene una buena relación con su hermana Alison, sin sospechar que su mente acabará naufragando en la locura. Dagmar y Jean engendrarán una niña, Jessica, que pondrá una nota de ternura en un hogar caótico y desquiciado.

Frank será un pésimo estudiante, que acumulará suspensos, pero la necesidad de escapar de una atmósfera desmoralizadora lo empujará hacia la lectura, la música y el cine. Poco a poco, reunirá una biblioteca de seiscientos títulos en ediciones de bolsillo, transformándose en un lector compulsivo. Al mismo tiempo, se aficionará al jazz y comenzará a tocar el piano de forma intuitiva. Sueña con ser novelista, pero tiene pocas esperanzas. Acostumbrado a la espiral del fracaso, la posibilidad de triunfar en algo le parece una quimera irrealizable. Alguna vez piensa en el suicidio, pero sólo es una fantasía que mantiene entreabierta la posibilidad de huir de todo.

Frank Conroy narró sus primeros dieciocho años en Stop-Time. Publicada en 1967, fue finalista en el National Book Award y cosechó los elogios de James Salter, William Styron, Norman Mailer y otros autores renombrados. Se trataba de unas simples memorias de juventud, pero con el mérito de abordar la realidad con las técnicas narrativas de la ficción. Se puede relacionar a Conroy con el incipiente fenómeno del nuevo periodismo y la novela testimonio, pero su obra muestra indudables semejanzas con El guardián entre el centeno (1951), de J. D. Salinger, y En el camino (1957), de Jack Kerouac.

Se trata de un libro sobre la desorientación juvenil, la ambigüedad de los afectos, el vacío existencial y el desarraigo. No hay rebeldía, sino nihilismo. Conroy nunca se plantea cambiar el mundo. Se conforma con sobrevivir. Percibe su existencia como una luz gris, carente de significado. Sus cambios de hogar o su breve fuga en autoestop sólo forman parte de un interminable ciclo de fiascos y desilusiones. Se aferra a la amistad y a una inesperada pasión por el yoyó, donde adquiere una maestría insuperable, pero el tiempo trabaja a favor del desencanto, desenmascarando cualquier espejismo de dicha. Sólo la literatura y la música permanecen como un cobijo luminoso y duradero, donde el yo puede expandirse libremente y buscar un sentido a la vida.

Frank Conroy, que falleció en Iowa City en 2005, escribió poco: Midair (1985), un libro de relatos; Body and Soul (1993), una novela ambientada en el Manhattan de los años cuarenta; Dogs Bark… (2002), una colección de ensayos y artículos; y Time and Tide (2004), un diario íntimo de viajes. Durante dieciocho años, dirigió un prestigioso taller de literatura en la Universidad de Iowa y no le quitó el sueño escribir folletos publicitarios para mejorar sus ingresos, ignorando a los que le reprochaban malgastar su talento. Ganó un Grammy en 1986 por una colaboración con Frank Sinatra, y Charlie Mingus elogió su estilo como pianista, "primitivo, pero auténtico". Justificó su escasez de publicaciones, alegando que nunca concibió la escritura como una profesión, sino como "un acto de fe".

Stop-Time no nació como una novela meticulosamente planificada. Conroy se arrojó a la piscina de la escritura, presumiendo que se ahogaría o aprendería a flotar. Sus expectativas se cumplieron. Sus memorias finalizan cuando es admitido en Haverford College. Ya no es un niño en un hogar disfuncional, sino un joven con un proyecto vital. Sin embargo, Conroy no quiere presentar su historia como un ejemplo de superación. El epílogo relata un accidente de automóvil diez años más tarde en Inglaterra. Se libra de milagro de morir. Cuando sale del coche, se ríe y vomita bilis. Moraleja: la vida, amarga e incierta, sólo puede sobrellevarse con una buena carcajada y una saludable insensatez.

@Rafael_Narbona