Antihéroes a bocados
El jueves abre sus puertas el XVII salón del cómic de Barcelona
2 mayo, 1999 02:00Hace 19 años, la iniciativa de un todo-terreno de las historietas -el dibujante, editor y más tarde agente Ferran Toutain, desaparecido en 1997- aglutinó a algunos profesionales del sector en torno al primer Salón del Cómic de Barcelona, que se celebró en la Feria de Monjuïch en 1980, con la pretensión de acercar los tebeos a un público amplio. El éxito de aquella primera edición animó a los organizadores a perseverar en sus esfuerzos, fundar una asociación cultural no lucrativa dedicada al cómic y plantearse la continuidad del Salón, que a lo largo de estos años llevó su itinerancia de Montjuïch a las Atarazanas, y de allí al mercado del Borne, para terminar muy cerca de este escenario, también en el popular barrio de La Ribera: en la Estación de Francia, que lo acoge desde hace cinco ediciones.
E l próximo jueves, el Salón Internacional del Cómic de Barcelona vuelve a instalarse entre andenes y bajo la mirada impertérrita del reloj de la estación, en un espacio de más de seis mil metros cuadrados que hasta el domingo ocuparán los 150 estands de librerías, distribuidoras y editoriales especializadas, a la espera de los más de 85.000 visitantes que acudieron el año pasado, y que podrían superarse en esta edición.¿Una gran tienda?
Pero el Salón del Cómic no es sólo una gran tienda consagrada a la historieta. Contempla también una zona de exposiciones, un área profesional reservada a autores y editores, una sala de actos que no detiene su actividad durante los días del salón, un espacio infantil donde los niños pueden jugar con sus héroes de ficción y un par de talleres de dibujo y animación que acogen a los aficionados que sienten deseos de pasar a la acción. Para los que acudan a comprobar si sus creadores favoritos existen en realidad, habrá más de 200 autores rondando por las presentaciones, las firmas organizadas o las mesas redondas.
"A veces nos critican que el Salón del Cómic sea una gran tienda", explica Pilar Gutiérrez, la debutante directora del salón, una barcelonesa de 35 años, que antes de aficionarse a los tebeos del underground estadounidense devoraba "Asterix", "pero no podemos olvidar lo que el público espera encontrar aquí: toda la oferta, las novedades editoriales, todas las tiendas especializadas en cómics y en objetos relacionados con ellos. Buscan en el Salón lo que no encontrarían en otra parte, llenan la zona comercial, y hacen colas larguísimas para conseguir una firma de los autores". Entre las voces que critican este carácter mercantilista del encuentro está la del joven Sergio Córdoba, un alicantino de 23 años que después de siete de fidelidad, acudirá por primera vez al Salón en calidad de autor invitado. Hasta ahora lo había hecho como parte del público y también como fan -"para conseguir autógrafos", reconoce- pero este año su nombre figura en la lista de autores nominados al premio a mejor Autor Revelación por su historia "Freaks in love", que también opta al premio al Mejor Guión. Para Córdoba "el Salón de ahora está montado como un mercadillo y a los autores sólo les sirve para ver a sus amigos, no se percibe interés profesional entre los editores, como hace ocho o diez años".
Homenaje al "padre" del Jabato
Pero no todos los autores piensan igual. Para Mauro Entrialgo, cuyo álbum "El demonio rojo" opta al premio a Mejor Obra, "cuidar al público para tratar de abrir más mercado es exactamente lo que hay que hacer. Hay que promocionar las novedades para que la gente sepa que existen". Victor Mora, el veterano "padre" de los clásicos "Capitán Trueno" o "Jabato", es más moderado en sus razonamientos. "A mí me gustaba más el salón de los inicios", confiesa, "seguramente porque yo era más joven y porque entonces parecía que los cómics iban a tener un mayor desarrollo." Pilar Gutiérrez considera que el paulatino acercamiento al público que ha experimentado el Salón se debe, en parte, al final de una época romántica en que "los autores llegaban con sus carpetas llenas de originales. Ahora, los editores acuden a promocionar y vender sus productos, y los contactos profesionales se hacen en otro sitio".
Mimar a los autores
Lo que sí tiene claro Gutiérrez es que su sitio -el de la organización, de la que ella se considera eslabón continuista- está al lado del autor: "Intentamos mimar a los autores, porque ellos son los artífices de todo lo que viene después, y a veces sentimos que no se les mima lo suficiente", dice. En sus intentos de cuidar al autor, la organización invierte algunos esfuerzos. El de la concesión de los premios anuales es el más importante: a la mejor obra extranjera, al autor revelación, al mejor guión, a la mejor obra y un galardón especial, otorgado siempre a la trayectoria de un autor que lleve un mínimo de 15 años consagrado al mundo de las historietas. El año pasado, por ejemplo, este premio recayó en Victor Mora, quien lo consideró "un reconocimiento muy grato para alguien que, como yo, ha querido mucho a los tebeos. O los cómics, si se quiere". Para la mayoría, el premio no sólo supone una oportunidad de darse a conocer, también el despegue dentro de un mundo donde la competencia está al cabo de la calle y la subsistencia es casi imposible.
La ciudad de Paul Auster
Las nominaciones de este año a mejor obra extranjera han recaído en tres historietas de factura estadounidense, algo nada extraño, por cierto. Se trata de tres títulos muy distintos entre sí: "La ciudad de Cristal", de David Mazzuchelli y Paul Karasik, versión de la novela homónima de Paul Auster, publicada en tres entregas por Ediciones La Cúpula; "Dan Pussey", una corrosiva visión del mundo profesional del cómic norteamericano lanzada por el hasta ahora creador underground Daniel Clowes; y "Bone", de Jeff Smith, uno de los cómics más aclamados actualmente en todo el mundo, que desde hace menos de un año publica en España el sello asturiano Dude Comics. Bone es una simpática criatura para todos los públicos, enfrascada en una aventura épica de un viaje de regreso a su patria, Boneville. Ninguno de los tres tiene que ver con estéticas referenciales estadounidenses, esas que "junto con el manga japonés, son las mayores influencias del cómic actual en todo el mundo", según Pilar Gutiérrez, quien, no obstante, puntualiza: "aunque el cómic de Estados Unidos abarca mucho más que las historias de superhéroes que más conoce la gente. Comprende fenómenos tan interesantes como la cantidad de historietas underground de los últimos años".
No son menos distintos entre sí los tres álbumes que optan al premio a Mejor Obra publicada en España: la recreación del histórico viaje de Lope de Aguirre en busca de El Dorado es el eje de "La expiación", de Ricard Castells y Felipe Hernández Cava (Edicions de Ponent); la historia paterna durante la guerra civil y el exilio ha servido de materia prima a Miguel Gallardo, autor de "Un largo silencio", un álbum que combina viñetas con texto autobiográfico, también publicado por el sello valenciano. Y, por último, "El demonio Rojo", de Mauro Entrialgo, la única obra humorística de las tres que optan al premio, en la que un personaje cínico y ligón -Rafa- habla de sexo a la vez que arremete contra las mujeres. "Aunque se ruega no confundir autor con personaje, yo no soy un misógino", aclara Entrialgo.
Autores revelación
Tres jóvenes de entre 22 y 27 años optan al premio al Mejor Autor Revelación: Sergio Córdoba, Javi Rodríguez y Ramon Bachs. Los tres tienen en común haber comenzado en fanzines alternativos -cuando no fotocopiando sus propios cómics para distribuirlos entre amigos- y la predilección temática por lo urbano y la ciencia ficción. Tal vez el trabajo de Sergio Córdoba, de 23 años, sea el más urbano de los tres. Los personajes de su hasta ahora única obra, "Freaks in love", viven experiencias muy cercanas a las de los adolescentes actuales: se enamoran, acuden a bares, escuchan música. No tan intimista aunque igualmente urbano es el estilo de Javi Rodríguez, un asturiano de 27 años, colaborador habitual de la revista "El Víbora" y autor de "Love gun". Su mirada es realista y en cierto punto autobiográfica, ya que retrata con frecuencia el ambiente de una ciudad pequeña -Gijón- y el mundo de la música, al que también pertenece. Ramon Bachs, el más joven de los tres -22- tiene un imaginario más fantástico, del que destacan las selváticas aventuras de "Manticore" o las más ancladas en la ciencia-ficción de "Yinn", su última obra.
La categoría de Mejor Guión se nutre, con una sola excepción, de obras ya nominadas. Cuatro son las candidatas: "Un largo silencio", "La expiación", "Freaks in love" y "La parejita", una simpática creación de Manel Fontdevila que aparece regularmente en la revista El Jueves y que narra las peripecias de dos jóvenes que deciden constituirse en pareja de hecho a pesar de sus apuros económicos.
Al hilo de las nominaciones, Pilar Gutiérrez celebra la buena salud del cómic español. "En España hay dibujantes muy buenos y cada vez más publicaciones, tanto alternativas como profesionales. Ahora mismo tenemos censados unos 600 fanzines de todo tipo, y existen editoriales independientes, como Edicions de Ponent, Dude Comics o Under Cómic, que han surgido a partir del éxito de sus fanzines. Lo que más escasean", añade, "son los buenos guionistas, y los dibujantes no siempre son buenos escribiendo." La noche del viernes se darán a conocer los ganadores, entre los que se incluirá al galardonado con el premio especial, que se mantiene en secreto hasta el último momento.
Con los premiados del año anterior, el Salón alimenta sus exposiciones monográficas. En concreto, el público tendrá ocasión de contemplar los originales de algunos de los míticos personajes del veterano Víctor Mora, así como de algunos de los dibujantes con los que colaboró como guionista; Miguel Calatayud -premiado el año pasado por su obra "El pie frito" y autor, además, del cartel del certamen de este año- expondrá no sólo los originales de la obra que le hizo merecedor del premio, también una amplia muestra de su trayectoria como cartelista; del estadounidense Charles Burns podrán verse los originales de "Club de sangre", que mereció el premio a mejor obra extranjera de 1998 y, por último, de María Colino, Autora Revelación en la edición anterior, se expondrán materiales nuevos e inéditos. A estas cuatro muestras se une una quinta, colectiva, organizada en colaboración con el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, que dará a conocer la obra de 28 jóvenes autores españoles.
Una apretada agenda de mesas redondas, presentaciones y encuentros con autores conforman el atractivo programa de la sala de actos, que empezará el jueves por la tarde y se prolongará hasta el domingo a última hora. Entre los autores que ningún aficionado querría perderse, algunos nombres interesantes: el del alemán Ralf Künig -autor del muy literario "Yago"-, o el del estadounidense Charles Burns. Entre los españoles, el entrañable Ibáñez, los "jueves" Monteys, óscar Nebreda o José Luis Martín, Sergio Aragonés -el padre del antihéroe Macnor-, Gallardo, Daniel Torres o Ramón Bachs.
Las mesas redondas abordarán temas que preocupan tanto a los creadores como a la industria. Destaca la dedicada a "Las miradas del humor", en la que participarán Mauro Entrialgo, Manel Fontdevila y Albert Monteys o la que analizará la continuidad de la industria del comic -muy acertadamente propuesta para cerrar las actividades- y en la que tomarán parte el crítico Jesús Cuadrado junto a editores como Joan Navarro o Alejandro Martínez Viturtia.
¿Y hacia dónde va el cómic?
Tratemos de responder a la pregunta que llegará al final del Salón. "El lector de cómics tiene entre 14 y 35 años", explica Pilar Gutiérrez, "y cuando entra en la edad adulta cambia de gustos y se aleja de los tebeos. Tal vez lo que se publica no le interesa. Hay que lograr interesarle." ¿Por qué tiene lugar este alejamiento por parte del público adulto? En realidad, nadie lo sabe. "Aunque todos se lo preguntan", ironiza Mauro. Tal vez uno de los mayores problemas radique en el recelo que parece existir a la hora de tratar de clasificar al cómic como un arte. Ni siquiera la directora del Salón aventura una definición: "¿Género literario? Yo no diría tanto, porque el cómic tiene mucho que ver con lo visual, con el cine. Pero también con otras cosas, como los juegos de rol o los videojuegos. No sé si es un fenómeno social, tal vez lo sea." Víctor Mora -la veteranía es un grado- lo tiene mucho más claro: "El cómic es un fenómeno creativo, social y artístico, por qué no decirlo… Es algo que pertenece plenamente al mundo de la cultura, como dijo Jorge Semprún cuando fue ministro. Al mismo tiempo, ha sido una gran industria que ha dado trabajo a mucha gente en diversos ámbitos." He aquí la cuestión: ¿Arte o industria? ¿Es esa la clave del futuro a debatir del cómic? Una vez más, Mora es exigente y crítico: "Hay muy buenos jóvenes autores. Lo que se necesita son espacios, revistas, secciones en periódicos… para que puedan demostrarlo. El problema de los cómics no está en los autores, es más bien un problema de falta de editores con imaginación, de redactores-jefe emprendedores... Mis comienzos fueron duros, pero había más oportunidades entonces, porque los cómics no se habían abandonado en España -como Arte, como industria…- y había una fe en ellos, en nuestro país, que no existe ahora. Pero los cómics siguen. Y se les puede dar un nuevo impulso el día menos pensado." Amén.