Akira Toriyama, dios del manga y esclavo de una industria infernal
El creador de 'Bola de Dragón', fallecido por un derrame cerebral a los 68 años, vivió durante décadas postrado sobre la mesa de dibujo para cumplir los plazos impuestos por su editorial.
8 marzo, 2024 15:14Quienes leíamos ávidamente, allá por los noventa, las aventuras de Son Goku y sus amigos en Dragon Ball, y las de Arale y su creador Senbei Norimaki en Dr. Slump, estábamos acostumbrados a leer en aquellos cuadernillos los mensajes de su creador, Akira Toriyama, dirigidos a los lectores. En ellos se refería a menudo a los inhumanos plazos de entrega a los que se veía sometido, algo que parecía soportar estoicamente y con humor. Ahora ha muerto a los 68 años, una edad relativamente temprana en uno de los países más longevos del mundo, víctima de un derrame cerebral. No podemos saber si una cosa será consecuencia de la otra, pero a uno le queda la duda.
El medio Screen Rant se hace eco de una entrevista que Toriyama concedió en 2018 con motivo del 50.º aniversario de la revista semanal Shonen Jump, de la editorial Shueisha, que fue la que publicó originalmente sus obras desde 1979. En aquella conversación, Toriyama recordó cómo en 1995, por ejemplo, su editor de entonces, Kazuhiko Torishima, le obligó a dibujar dos capítulos en una sola semana para un número especial de la revista. El autor de Bola de dragón comentaba esto entre risas junto con otro colega, Takehiko Inoue (autor de Slam Dunk), mostrando cómo los propios autores de manga han llegado a normalizar su situación.
Cuando dejó de dibujar hace unos años, dijo públicamente que la causa había sido que perdió el portaplumas con el que había dibujado toda su vida, que él había modificado tallándolo para hacerlo más cómodo a su mano. Intentó cambiar de herramienta, pero no consiguió ninguna que le convenciera. Cuesta creer que una razón tan prosaica apartara del oficio a uno de los mejores mangakas de la historia, y se especuló con que la verdadera razón podría ser el cansancio acumulado durante décadas.
El dibujante que ha continuado su labor al frente de Dragon Ball Super, Toyotaro, en cambio sí ha sido más explícito acerca de las extenuantes jornadas de trabajo que requiere el manga. En una entrevista reciente, confesó que para poder cumplir con los plazos de entrega —45 páginas cada mes— solo duerme seis horas al día. El resto del tiempo está anclado a su mesa de dibujo. Lo mismo sucede con Eiichiro Oda, probablemente el mangaka de mayor éxito de la actualidad gracias su serie One Piece, que ha reconocido dormir tres o cuatro horas al día y vivir apartado de su familia para poder sacar adelante el trabajo.
Pistas en las viñetas
Entre las primeras referencias que el propio Toriyama hacía en su obra a lo extenuante de su oficio, podemos mencionar el tomo 2 (La máquina del tiempo) de la reedición de 1997 de Dr. Slump (el original es de 1980), con la que un servidor aprendió el sentido de lectura original del manga, de derecha a izquierda. Allí vemos un currículum de broma del propio Toriyama acompañado de un autorretrato en el que se dibuja con cabeza de pájaro, casco y gafas de aviador y una pluma gigante a la espalda.
En el apartado ‘No le gusta’ desliza, entre varias tonterías, “plazos de entrega”. en ‘Habilidad’, escribe “dibujar manga mientras duermo”. En el apartado ‘Por favor, pon aquí tus ideas o comentarios’, escribe una larga lista de deseos que incluyen, además de “una novia”, “dormir”, “tiempo libre, pero no demasiado” (se ve que era realista), “salir” y “divertirme”.
Más ejemplos. En el volumen 12 (La ambición del Dr. Mashirito), Toriyama inventa un antagonista llamado Mashirito, despiadado y narcisista (e idiota), y escribe a pie de página: “Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Especialmente el parecido del Dr. Mashirito con el Sr. Torishima (de 28 años), editor de Akira Toriyama”.
Normalmente, Toriyama se dibujaba a sí mismo con forma de robot, encorvado sobre su mesa de dibujo y agobiado para cumplir los plazos de entrega. Curiosamente, es una representación muy similar a los autorretratos que se hacía en España Francisco Ibáñez, siempre apurado por el mismo motivo, como en esta portada que hizo especialmente para El Cultural.
En el resto del mundo occidental la situación parece ser similar. El año pasado surgió la campaña #ComicsBrokeMe para denunciar la precariedad del sector a raíz de la muerte del autor Ian McGinty en Estados Unidos.
En España por fin tenemos un Libro Blanco del Cómic que pone cifras y datos estadísticos a la precariedad del sector. Aunque no se centra en cuestiones como el tiempo invertido por sus profesionales, sí arroja luz sobre su precariedad económica. Para el 64% de ellos, los ingresos provenientes del cómic no alcanzan el salario mínimo interprofesional.