Poesía

Asesinos sin rostro

henning mankell

2 mayo, 2001 02:00

Trad. D.M. Mansten y A. Monjonell Tusquets. 304 págs., 2.400 ptas.

Con La quinta mujer, Mankell se convirtió en el autor sueco más popular en España. Ahora llega una nueva entrega, Asesinos sin rostro, con una atmósfera de suspense similar a la ya conocida: una pareja de pacíficos ancianos (aparentemente sin dinero, sin enemigo alguno) es asesinada en su granja de una pequeña población al sur de Suecia.

Asesinos sin rostro es una novela un tanto atípica dentro del género policíaco. Desde que Poe escribiera Los asesinatos de la calle Morgue, inaugurando la llamada "novela negra", la evolución del género ha sido constante. En Asesinos sin rostro al lector no le queda ni tan siquiera la ilusión de ser capaz de desvelar el misterio. Mankell parece estar más interesado en plantear otro tipo de problemas de corte social. Sólo así puede entenderse la inclusión del asesinato de un somalí, que para nada interfiere en la resolución del caso principal.
El protagonista responde al estereotipo de "marginalidad" prototípico de este tipo de personajes: todo demasiado manido. De todas formas, se debe reconocer que el comisario Wallander tiene potencialidad y materia prima para convertise en otro de los míticos detectives (Holmes, Miss Marple, Poirot, Spade, Marlow...) que tan inteligentemente han resuelto los casos más enrevesados. Eso sí, sería deseable que abandonara el tinte melodramático que encontramos en algunas de sus reacciones, como cuando en un último intento de "recuperar" a su esposa comienza a llorar y ella reacciona poniéndole la mano encima de la suya.

Sería injusto, no obstante, dejar sin mencionar el gran valor de esta novela: la obligada reflexión sobre la verdadera naturaleza de las personas. Resulta imposible conocer, sería la moraleja final, todo cuanto encierra la vida de un hombre, incluso la de aquellos que tenemos más próximos.