Casa y campo / Trieste y una mujer
Umberto Saba
17 julio, 2003 02:00Umberto Saba. Foto: Archivo
Fue Umberto Saba (1883-1957) hombre problemático. Por su misantropía y propensión melancólico-depresiva, y por unas claras tendencias homosexuales, que hizo compatibles con un matrimonio, feliz a pesar de los muchos problemas, con Lina Wülfler, como él nacida en Trieste, que si hoy es italiana (ciudad de encuentro de culturas) entonces formaba parte del Imperio Austro-Húngaro.En 1921 Saba publicó por vez primera su Canzoniere, que es el clásico título que en adelante -y creciendo- recibiría el conjunto de su obra lírica. Para los críticos italianos tradicionales, Saba es el padre de la corriente que se llamó hermetismo, la entrada de la modernidad en la poesía italiana, al ofrecer un camino distinto al que marcaban los dos consagrados del fin de siglo: Pascoli y D’Annunzio. Siendo esto cierto, desde hoy podemos ver que Umberto Saba fue algo más o más cercano que padre del hermetismo, fue su hermano mayor. En la mejor poesía de Saba ( la que se lee, por ejemplo, en Casa y campo) vemos ya algo de lo más clásico tanto de Montale como de Quasimodo, los dos herméticos que concluyeron en premios Nobel... Saba es ya antirretórico, sintético e imagístico-reflexivo, como buena parte del mejor Montale, que -eso sí- fue más lejos en el hermetismo propiamente dicho. Y la dicción clara, bella y de cuño humanístico y tradicional que caracteriza al mejor Salvatore Quasimodo, está también en Saba, pero con más rimas. No es por ello nada arriesgado afirmar que -aunque fue menos famoso que los herméticos y aunque su único discípulo declarado fuera el muy singular Sandro Penna- sin duda la poesía italiana moderna empieza con el triestino Saba.
De los dos libros aquí recogidos -escritos entre 1909 y 1912- sin duda el brevísimo Casa y campo es el más deslumbrante, porque contiene las características esenciales de Umberto Saba y algunos de sus poemas más antologados y emblemáticos, como "A mi esposa" ("Tú eres como una joven,/una blanca polluela...") o "La cabra". Si menos redondo, excelente, Trieste y una mujer -en medio de tantas alusiones a muchachos- nos dice dos de los puntos cardinales de Saba: La ciudad en la que siempre le gustó vivir, callejeando por los barrios más populares (Saba fue además un socialista confeso) y su mujer Lina, de la que tuvo una hija. Parte de este libro -Nuevos versos a Lina- narra además una desavenencia conyugal, no pequeña, en la que al fin triunfa su peculiar unión de amor y fratría.
La edición es bilingöe (los lectores de poesía solemos agradecerlo) y bien cuidada por Carlos Vitale, que ha entendido la peculiar sonoridad de Saba, con rimas regulares o asonantes, pero a menudo potenciando el final de la frase y no el final del verso, lo que marca un ritmo peculiar -cuidado pero más oral- muy cerca de lo que ha querido hacer, frecuentemente, la poesía más moderna. Fácil y difícil a un tiempo, Saba pertenece en esto a la estirpe de Petrarca (y no sólo en el título Canzoniere) pues cada una de sus palabras está llena de sentido y cada una está absolutamente en su sitio. Eso hace una traducción más difícil, pero también (habiendo el cuidado general que hay en esta) más valiosa.