Image: Poemas de la luz y la palabra

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Poesía

Poemas de la luz y la palabra

Rafael Morales

17 julio, 2003 02:00

Rafael Morales. Foto: Hiperión

Hiperión. Madrid, 2003. 52 páginas, 7 euros

A sus ochenta años Rafael Morales sigue experimentando el asombro ante la rea-lidad del que nace la más alta poesía y lo hace germinar en los poemas de este nuevo libro, los más luminosos de su producción.

En 1999 el poeta de Talavera de la Reina publicaba en una hermosa edición su poesía completa declarando que sólo consideraba como tal el conjunto de los poemas recogidos en dicho volumen. Ahora, en nota a Poemas de la luz y la palabra indica que este libro debe prolongar las ediciones futuras de su obra poética, con lo que el tono de sobria reflexión existencial que prevalecía en la serena despedida de su libro anterior deja paso, en este final provisional, a un homenaje sencillo y claro a la realidad elemental, a la vida, a la palabra creadora capaz de alzarlas a creación humana.

A los 60 años de la publicación de Poemas del toro (1943), primer libro de Rafael Morales y primero también de la colección Adonais, fundamental durante décadas en la historia de nuestra poesía, se evidencia la continuidad del vigor creativo de este poeta, la voluntad afirmativa de una voz que sigue asumiendo en su presente el gozo del haber vivido "en la gloria silente de la luz que perdura", como decía el verso final de Entre tantos adioses (1993), cuyo cántico prolonga aquí despojado casi totalmente de la perspectiva elegíaca de los poemas anteriores, más puro y abarcador en su concisión: "Qué perfección profunda/este cielo sin aves,/sin materia/donde nada perturba la mirada/y abre la libertad/la altiva patria azul de la belleza", dice el poema "Belleza", en homenaje a Juan Ramón Jiménez.

Poemas de la luz y la palabra consta de 31 poemas divididos en dos partes que corresponden a los dos componentes básicos del cántico: "La luz" y "La palabra". Los primeros desarrollan con variados matices la experiencia de una plenitud despojada de historia (aquella otra perspectiva que en los años de la protesta acrisoló la ética del poeta ante la realidad del vivir colectivo), pero no de memoria ("Tan sólo la memoria/entre tanto abandono/ entregaba insistente/el gozo de vivir") ni de conciencia de la fugacidad, porque son ambas, precisamente, las que permiten convertir en decisión moral el canto puro: "no se percibe el tránsito/del tiempo", dice en "Cumbre" para afianzar la visión de lo alto como "la paz azul/ donde la luz triunfa". Dos palabras clave, esperanza ("un clamor de esperanza/alzan en verdiplata/los álamos sonoros") y libertad ("...la hermosura/del espacio./La libertad en él/está desnuda"), extienden el sentido de estos poemas hacia la expresión de una intimidad trascendida que culmina, al final, en el homenaje amoroso de "Presencia fiel": "siempre amanecía/ cuando tú me mirabas [...] Hasta el último instante/te tendré así en los ojos".

Los poemas de "La palabra" completan el cántico con la reflexión metapoética que extiende el renovado homenaje a la poesía de un Rafael Morales que se asoma en ellos como poeta y también como lector y como hombre social: "yo por los otros soy,/por su palabra vivo". Así, junto al hermoso homenaje a los versos ajenos de "Ante un poema del siglo XVII", canta Morales el "humano triunfo" de la palabra en el seno de la realidad luminosa, la mejor forma de "revelación del hombre" en la fugacidad del ser: "Palabra siempre viva,/donde sumiso el tiempo/deja de ser fugaz". La palabra poética así entendida supera y trasciende la materia: "Palabra,/gloria de la materia/liberada/de toda corrupción./Obstinado triunfo/contra el tiempo". Nuevamente, cerrando el libro, el poeta dota a su canto transparente de una emoción íntima, de una opacidad sentimental que remite al amor, lo más humano: "Digo tu nombre/y toda tú/estás en la palabra/que te nombra/exacta como eres,/como fuiste,/diversa en tu unidad/invariable". Espléndida escritura de ancianidad, la de este nuevo libro de Rafael Morales, que sabe hacer sonar en la armonía de sus versos la música serena de su vivir.