Image: Constantes vitales

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Poesía

Constantes vitales

Javier Almuzara

9 diciembre, 2004 01:00

Javier Almuzara. Foto: Bernardo Delgado

Premio Emilio Alarcos. Visor. 87 págs, 6 euros

No cabe duda de que Javier Almuzara (Oviedo, 1969) es lo que se dice un poeta tranquilo: diez años separan Por la secreta escala de estas Constantes vitales en las que el autor acrisola el esencialismo irónico de su poética. Aunque en algunos poemas ("La trama" entre otros) la ocurrencia ingeniosa o el chiste fácil restan eficacia a la concisión del epigrama, la mayoría de ellos aciertan sin retórica: "Habla la tinta/del amor y la muerte,/ yo sólo tiemblo".

Homenaje y elegía a la poesía, "Precaria luz", la sección primera, acoge varios de los mejores poemas del libro, con versos de memorable rotundidad barroca ("Las palabras precisas", "Pigmalión", "Oración"), como en la segunda, "Labios de granito", que reúne epitafios en los que la distancia irónica desliza la reflexión sobre la muerte hacia un territorio moral que no sorprende al lector de Almuzara: "La casa del gusano./El cuerpo de una idea que perdura/-la nada es para siempre-/donde hacía su vida el pensamiento" ("Cráneo, 1953"). "Apuntes del natural", más heterogénea, mezcla ingeniosidades varias con poemas de mayor calado que no ocultan sus modelos (Borges en "Rosa rosae" y "Aguas mil", o António Boto en "Curso de Agua") y que perfilan hallazgos muy personales sobre la complicidad de la imitación. Y es que Almuzara nunca busca la rareza, sino el personal testimonio de las emociones en la fuga del tiempo, muy a menudo con máscaras familiares al lector: por eso ni evita los moldes tradicionales -el magnífico poema "El escriba sentado" es un buen soneto a lo Borges- ni los homenajes o las variaciones sobre temas ajenos. Más cercano, asoma entre los personajes de "Galería" un intimismo menos emboscado y más sentimental en nuevos poemas elegíacos donde destacan la memoria de la infancia ("Veranos", "Esto es vida"), la conclusión de "Por no hacer mudanza en su costumbre" y un patético "Al margen de la vida", que glosa a Lorca y que cierra el libro muy en alto. Y se agradece.