Carrera del fruto

Juan Carlos Reche

Los extremos se tocan hasta adoptar la forma más perfecta, la del círculo. La carrera de estos versos de Juan Carlos Reche (Córdoba, 1976) da como fruto la figura de un ouroboros, donde dos opuestos, lo poético y lo coloquial, se unen indisolublemente hasta llegar a un todo único, una serpiente que se muerde la cola y encierra esta pequeña joya ("Y si la seriedad se ríe, dad / un bastonazo a la serpiente"). Porque "lo asignado al pájaro / le ocurre también a los aviones". Frases hechas y chistes, contrastando con vocabulario e imágenes tradicionalmente poéticas, prestan al libro originalidad. No ofrecen disonancia expresiones como "salta la liebre", "pillé", "le voy a decir dos cosas", porque su verso se puede permitir ser a veces "socarrón, malandrín, harto de ajos".

Pero hablar de este excelente libro será sobre todo hablar de una forma de ver la realidad que va "Más allá de la poesía" para crear un mundo poético propio. "Las cosas serán cosas", pero los ojos de Reche "sabrán cortejarlas" iluminando con su chispa lo que ve. Esa mirada convertirá en auténtica poesía "A las cosas que están ahí / porque yo las he puesto", al caer sobre ellas su línea "de otra manera". Como "Está dentro la luz de las cosas / pero no de ellas / sino dentro de mí", la poesía no reside en las cosas sino donde esté su mirada y sus versos serán "latigazos / que restauran el mundo", porque Reche aún conserva ese secreto que distingue al poeta. Las semillas inmortales con que ya diferencia Platón la escritura de un día de la escritura ad eternitatem, llenando sus versos de imágenes de siembra, hacen de sus poemas "Vendimia del alma". Esas semillas, transpasando la curva del tiempo, vencerán "la carrera del fruto".