El lugar de quien firmó con el pseudónimo Teixeira de Pascoaes (1877-1952) en la cultura portuguesa es, nada menos, que el de teórico del saudosismo, un ideario de regeneración basado en elevar tal sentimiento, tal actitud de vida, a rasgo identificador, esencial, del ser portugués. Y está, claro, su dimensión literaria, que viene a prolongar el simbolismo francés, envuelto en la atmósfera decadente del fin-de-siglo.

Como poeta, Pascoaes se sitúa en la posición del creador, entre lo místico y lo visionario, en la de quien ve en la realidad cercana otra dimensión, la de quien mira y metamorfosea lo que se le presenta. O, con palabras de Unamuno sobre As sombras pero que tienen mayor alcance, en sus versos "El sueño y la vela pierden sus linderos derritiéndose uno en otro: la vida se convierte en sueño y el sueño en vida". Una escritura que no puede reducirse a un ejercicio intelectual, pues eso excluye la Divinidad, y que exige lo que él a los poetas en Verso oscuro: "Cantad a lo que no existe… El resto es ceniza", magnífica declaración antirrealista. Con todo la naturaleza es un elemento importante en sus poemas, pero como punto de partida para la transcendencia, en armonía con la citada consigna.

En un tiempo de la poesía portuguesa que ha podido ser llamado Siglo de Oro y en el que la extraordinaria obra de Pessoa ha casi eclipsado todo lo demás, la de Pascoaes no ha tenido la fortuna crítica que merece, de lo que en el prólogo, preciso y que orienta bien la lectura, se da cuenta. Alguna tuvo en España en su momento y menos recientemente, aunque hay que recordar la traducción del excelente Señora de la noche (2000). Esta amplia antología, de esta extensa obra, debe ser ocasión para recuperar de una vez esta verdadera poesía.