Poesía

Echado a perder

por Carlos Pardo

26 julio, 2007 02:00

Premio Generación del 27. Visor, 2007. 64 páginas. 12 euros

Con hasta ahora tan sólo dos libros publicados, Carlos Pardo (Madrid, 1975) ha merecido estar presente en varias antologías significativas, lo que sin duda se debe a algo más que al azar. Este tercer libro viene a confirmar que Pardo es responsable de una escritura rica, divertida, sustentada en un muy buen conocimiento de la literatura, que, sin embargo, no se incorpora directamente a sus poemas, sino a la contra; no en vano en la "Poética" que publicó en Veinticinco poetas españoles jóvenes se lee que "A la tradición volvemos, con mentalidad de santo herético, a que justifique lo que no quiso".

Se trata aquí de echar a perder todo para escribir una contrabiografía, un contraamor, con una contrapoética: es la tarea de alguien que posee un "contracorazón". Leo en Echado a perder una deconstrucción de la biografía -"la biografía nos abandonó"; "El vendedor de nísperos / se ha comido su infancia"-, una deconstrucción de la cultura de ayer y de hoy, una deconstrucción del amor, del yo -"Los que son como yo / o son yo"-; "Perdurará mi nombre, hasta / donde yo sé, en las personas/ que vuelvan a llamarse Carlos Pardo"-, del tiempo y del espacio y de la tópica tradicional. Un caso sobresaliente de esto último es el reiterado topos del homo viator. Así comienza el libro: "Quien regresa/ no del desierto/ sino del autobús"; Y también: "Y recordé que el hombre es un turista/ que aprende un recorrido y lo repite". Hay en este libro toda una labor de deconstrucción, de echar a perder esa figuración clásica para acabar presentado otra nueva, a la que quizá le conviniera el nombre de "inutilis viator", que pertenece a nuestro tiempo. Un arma que recorre los poemas es el humor -tan escaso en la poesía-, tal como uno de ellos advierte: "El acorde de tanta retención,/ la risa,/ ablanda la sutura:/ lo llamo posibilidad." En algunos finales es de toda eficacia: "soy como un tonto en constante preiluminación". "Escribo de broma hasta cuando soy tajante". Pero el resultado es en verdad muy serio.

Pardo logra en el libro "sacudir el error" de tanta falta de originalidad que habita en la poesía, y en el último verso leemos: "Y aquí termina la insatisfacción". Es de esta insatisfacción precisamente de la que nace la satisfacción del lector.