Poesía

Espacios translúcidos

Clara Janés

18 octubre, 2007 02:00

Clara Janés. Foto: Julio Palomar

Pról. M. Scaramuzza. Ed. Casariego. Madrid, 2007. 72 páginas, 24 euros

Hay un conjunto de cuadros en la obra del danés Vilhelm Hammershøi en los que se representan interiores domésticos, donde por medio de pasillos y puertas abiertas, a veces sucesivas, logró captar no sólo los matices lumínicos de diferentes espacios, sino que sobre todo alcanzó a plasmar, de un modo casi mágico, la corporeidad de la luz. Algo muy semejante sucede con algunas de las fotos -otras son de motivos vegetales; y siempre con grafismos o dibujos superpuestos- que forman parte de este libro, un libro que está hecho tanto de imágenes como de poemas, textos que son entonces dobles textos, siendo autora de lo uno y de lo otro Clara Janés.

Nacida en Barcelona en 1940, Janés ha publicado, además de no pocas traducciones, un serie ya extensa de libros de poesía, cada uno siempre con su clara identidad, y en todos ellos ha mostrado una calidad de escritura fuera de dudas.

El título de este bello libro -hay que decir que muy cuidadosamente editado-, Espacios translúcidos, queda glosado en uno de los textos finales: "los espacios translúcidos, la transparencia que no define ser ni nada, ni siquiera estar". Una vez leído esto, la tentación de hablar de escritura metafísica ha de abandonarse -ni ser, ni estar- y, atendiendo además a varias otras afirmaciones del libro, no queda otro recurso que hablar de mística. Una mística peculiar, pues no aspira a ningún estado superior, ni desde luego a nada que permita pensar en lo divino, sino a una mística de la desaparición. Lo dice la datura de "Sueño del agua": "Déjame despojada en mi sueño para que no te alcance el desasosiego de mi no estar ni aquí ni allí […] sin raíz ni rama". El deseo de la flor es, pues, desprenderse, des-situarse, salir del lugar al que pertenece, transcender la materialidad que da cuerpo en el espacio, hacerse transparente, y ese deseo recorre los poemas.

Por otra parte, el libro, de textura doble, como ya ha quedado dicho, por la correspondencia de lo visual y lo lingöístico en un texto único -se corresponden los títulos-, es también de textura doble por el hecho de que cada uno de los poemas se entreteje con citas, ya de Plotino o Ibn Arabí, la mística clásica, ya de Wittgenstein, para poner en crisis la posibilidad de expresión del lenguaje, o Andrei Tarkovski, que hace del cine un puro lirismo y quien dejó escrito que hacer películas sería "esculpir en el tiempo". Si hay una profunda unión de escritura y fotografía, de estas citas no cabe decir sino que se integran de tal modo al proyecto general que se diría que su destino natural era el de encontrar ahora la firma, o contrafirma, de Clara Janés en este discurso donde hablan diversas voces pero en el que el acorde es uno.

Este dispositivo de la composición está en perfecta consonancia con la propuesta de fondo de romper la separación entre lo uno y el todo, saltar los límites del ente para entrar en comunión con lo otro. Si Empédocles había dejado dicho "Yo ya he sido antes un muchacho y una muchacha, un arbusto, un pájaro y un mudo pez de mar", ahora Janés escribe "Elevo una oración al árbol / pues ser árbol ansío, / y ser piedra y río y nube, / y ese león", y lo que aquí se expresa en futuro, en clave de deseo, el sabio de Agrigento lo da como recuerdo, aunque habrá de leerse como deseo de memoria. Desde otra tradición no dice Zhuang Zi nada muy diferente en cita hecha propia: "Los diez mil seres: un caballo". Lo múltiple remite a lo uno, eso que alienta en todo, y esa remisión se nombra poéticamente por lo translúcido.

Una levedad de escritura teje un laberinto de símbolos y ofrece un inmenso placer al lector. Es sin más un libro magnífico.

TRES CUESTIONES PARA CLARA JANéS

l ¿Cuál es el sentido de la fusión entre imagen y texto de su poemario?

-Hay varios tipos de textos en este libro, los que están incluidos en las imágenes, los míos que surgen al lado de las imágenes y las citas. Equivalen al cruce de planos que se produce en la mente, sin ocultar nada.

l ¿Qué es lo que más le interesa del cine de Tarkovski?

-Inteligencia, bondad y belleza aplicadas al cine, un arte que me fascina.

l Espacios translúcidos, "transparencia que no define nada". ¿Queda algo más allá del encantamiento poético?

-Definir es limitar, transparencia es libertad para la aparición. Más allá del encantamiento está la misma poesía.