Image: Desiertos de la luz

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Poesía

Desiertos de la luz

Antonio Colinas

26 junio, 2008 02:00

Antonio Colinas. Foto: Eduardo Margareto

Tusquets. Barcelona, 2008. 128 páginas, 14 euros

Muy próxima aún la reedición puesta al día de El sentido primero de la palabra poética, la exposición en forma de ensayos del pensamiento de este poeta, este Desiertos de la luz se lee como una transposición de lo allí recogido ahora en texto poético. Difícilmente podría ser de otro modo, dado que la escritura de Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946), sea cual sea el género -y a los ya mencionados han de añadirse la narración y aun las traducciones que se le deben, pues ¿acaso el traductor no traza en el texto una segunda firma?-, es una escritura, además de excelente, orgánica, variantes todos sus textos de una pulsión única: la búsqueda del conocimiento.

Se trata, como dice uno de sus versos, de "el viaje hacia el centro de los centros", en donde el hacia, y no a, es de importancia capital, puesto que si lo que está en juego es el expresar el secreto -el del mundo, el de la vida, el de la palabra poética, el del propio yo, que no son más que algunas de las manifestaciones del secreto del ser-, y si tal fin habría de perseguirse con esa herramienta que es el lenguaje, es evidente que el camino no podrá ser sino errático, un camino que traza él mismo sus propios laberintos -palabra que no utilizo por azar, sino por reiterarse en este libro-, en los que tanto se pierde como se reencuentra. ¿Dónde la certeza, si a continuación del verso transcrito se lee "viajar entre océanos (o por un mar de dudas)"?

No se trata, pues, de afianzarse en certezas, sino de ponerse en movimiento, a discurrir, entregarse al discurso, hacia el saber, ya sea nombrado como tal, ya por medio de su símbolo por excelencia, la luz, término que en el título del libro queda anudado a "desiertos", la designación del espacio de la errancia, tópico que, lejos de desgastarse, se revitaliza en la contemporaneidad en poetas tan significativos como, por ejemplo, Edmond Jabès.

Perdido el lenguaje en el laberinto del lenguaje, la contradicción, el oxímoron y otras figuras semejantes se convierten en vías imprescindibles, como bien supieron los místicos, y eso hace que la "música callada" de Juan de la Cruz sea una guía del decir. Aquí "fugitiva música / que no oímos", "música no oída", , sin que falte la cita literal, dan fe de la filiación de la escritura de Colinas y continúan explorando un saber, un hacia-el-saber, que, desde las palabras, trata de ir más allá de ellas, pues ha de tenerse en cuenta que la música es la sucesión de significantes que, sin significado que se les adhiera, no pueden articularse como signos. Música, por otra parte, que, siendo la armonía, sirve como espejo de la lengua mostrando, así, su insignificancia y cómo, a través de ella -y no hay otra salida-el sentido se escapa, si bien en ella "arde/ la lúcida consciencia del ser y del no ser". Y música que está ligada inexorablemente a Orfeo, a quien no se deja de mencionar, y es, por tanto, también vía iniciática a los misterios, "un saber que ya no sabe".

Uno de esos misterios es la vivencia de lo otro, de los otros, la participación en lo ajeno, y en estos poemas se expresa en ocasiones en una latencia común con todo lo que pertenece al afuera del sí mismo y, así, se lee "Pinos que respiraban/ la mar que nos respira", "pronto la música secreta/ estará en tu interior: tú serás ella", "la libertad de ser/ en ti y en cada uno de vosotros", lo que, unido a otras frases como "la sangre/ ya es la luz" y a una correspondencia general entre las cosas por la cual "la noche estrellada es un lago que está / allá arriba", apunta a una especie de panteísmo que, si por una parte exige el cuidado de todo, por otra lleva a una alienación: "Ser yo en esta plaza será, al fin, / no ser yo". Manifestaciones de la com-pasión, del con-vivir, de un sentimiento de que nada es ajeno. Consecuencia de ello será la palabra contra la guerra o cómo la figura de Cristo ocupa parte importante en el libro.

Quien se aventure a atravesar estos desiertos sin duda quedará iluminado por su luz poética.