Manuel Ruiz Amezcua. Foto: C. Mondéjar

Este título, de resonancias que no dejan lugar a dudas, da paso a una reivindicación de todos aquéllos que pese a las imposiciones del poder de la clase que sea, la persecución, etc., han plantado cara, han resistido y es al mismo tiempo un dedo que se levanta acusatorio contra los poderosos que han hecho de la vida en "estado de sitio", por utilizar expresión del libro. La sección inicial gira en torno a la experiencia propia o más inmediata y, pese a que contenido es el de alegato a favor de la libertad y de denuncia de los no pocos enemigos, se cierra con una perspectiva de ilusión: "Como a quien, solo, en la plaza, / lo visita la esperanza". Las otras dos secciones despliegan una mirada más abarcadora y vienen a ser en poemas el resumen de la historia de la humanidad: oprimidos, sean cuales sean sus credenciales, y opresores y no faltan entre éstos los manipuladores de la palabra que imponen como verdad oficial lo que es falso, esa forma bien conocida de la derrota última para los vencidos.

Manuel Ruiz Amezcua (Jaén, 1952), autor, entre otros trabajos, de un buen número de libros de poesía, reunidos en Una verdad extraña (2008), se dio a conocer con Humana raíz, que ya decía mucho sobre su posición de poeta comprometido, pero ahora da aquí un paso más en ese sentido y su lenguaje se supedita a ello: la claridad expositiva cumple con la necesidad de comunicación de esta escritura.