Poesía

Doméstica

Julio Rodríguez

29 abril, 2011 02:00

XIV Premio Ciudad de Mérida. DVD. Barcelona, 2011. 80 páginas, 9 euros


La temática de este libro queda enunciada en su título con toda claridad: lo doméstico, lo cotidiano, las pequeñas cosas de a diario son lo que da pie a la escritura, una escritura que además se declara de modo explícito partidaria de la claridad. En "Primeras filas" se da cuenta de cómo al terminar una lectura pública algunos asistentes reprochan al poeta "Su poesía es muy clara" y les responde "La idea es que se vuelva transparente". Y esta declaración no es desmentida en los poemas -pese a que en cierto momento se afirme "prefiero las palabras / porque no son exactas", pero esto no es más que la conciencia de una cualidad inexcusable del lenguaje-, sino todo lo contrario. De esta manera, la opción por este principio general está acorde con los asuntos "domésticos" de los que se habla. No quiere ello decir que no se dé lugar a la figuración y los desplazamientos, como cuando para nombrar el estado febril del sujeto se afirma que "Mi cuarto tiene fiebre algunas noches" o cuando la memoria es nombrada como "la corteza / del árbol más amargo".

Esta mirada a lo próximo, a las cosas de todos los días revela todo aquello que por su reiteración llega a resultar invisible y por tanto, si bien constituye lo que llena la vida casi por completo, inexistente. Hay, entonces, un gesto repetido de descubrimiento de lo que rodea al sujeto y está a la vista, aunque en el silencio que le es propio y del que la voz poética lo rescata para sacarlo a la luz y ofrecerlo al lector. Y es que hasta lo aparentemente banal esconde un algo más, así tras la risa "la herida sigue abierta". De lo que se trata, pues, es de hacerlo aflorar.

Con todo ello Julio Rodríguez (Oviedo, 1971), que ha publicado anteriormente un único libro de poesía y la novela El mayor poeta del mundo, que aprovecho para recomendar, muestra que no es un escritor ingenuo sino plenamente consciente de su quehacer. A partir de una foto de uno de los abuelos, de observar a unos jóvenes, del recuerdo del grupo familiar ante el televisor, en fin, de anécdotas más bien nimias, acaba por construir textos bien hechos, no faltos de un soporte moral. Si todo ello da sentido a la vida, no menos el amor, la amada, "el círculo de luz que me protege", en estos que "son malos tiempos y parece / que las cosas no van a mejorar".