Perra mentirosa/Hardcore
Marta Sanz
17 junio, 2011 02:00Marta Sanz. Foto: Benito Pajares
Sanz tiene unos ojos muy peligrosos. Mira como miramos todos, pero parece ver más. A los objetos más cotidianos les encuentra vocación de símbolos universales: "Colecciono cromos de los que se dan la vuelta/ con un golpe, amortiguado y certero de la mano,/ hecha una tacita,/ una cesta, / un cazo para servir la sopa". Entre mentira y mentira, la perra ladra muchas verdades. Defiende los derechos de lo feo, de lo anómalo, de los fluidos corporales menos sensuales: para ellos reivindica un lugar en la poesía. Imagina mundos peores que éste, pero más reales. La construcción de la perra es ingeniería poética de última generación: períodos anómalos, sintaxis mutilada, una semántica que diagnostica la artrosis de los diccionarios... Se alimenta de desperdicios, se hace fuerte en su hambre, muerde la mano que da de malcomer a la poesía condenándola a la anemia.
Más breve, menos estruendoso, Hardcore es puro delirio. La razón, la lógica, cualquier expectativa: todo queda en suspenso. Libertad incondicional, como si a la perra le hubieran desatado la soga del cuello. Sanz sigue siendo irónica ("Lo más divertido es…/ ¿lo que más duele/ o lo que más daña?"), pero no se siente obligada a crear una narrativa ni a codificar un significado comprensible. Las imágenes se vuelven agresivas, perversas. Es el tremendismo de la metáfora. Los monstruos que engendra el sueño de Hardcore parecen sacados de un Chagall, porque todos los elementos son reconocibles, no han sido desfigurados, sino distorsionados, y además con precisión de psychokiller: "Noto/ cómo sus palabras/ me van creando,/ alrededor del cuerpo,/ una corteza/ que nunca/ jamás/ formará parte/ de mi piel". Lo que nos angustia de esta pesadilla no es lo desconocido, sino lo familiar: it could happen to you.
Aunque escindida en dos, Marta Sanz (Madrid, 1967) es siempre Mister Hyde. Nos alegramos: el Doctor Jekyll nunca nos pareció interesante. La columna vertebral de esta ficción especular es la propia personalidad poética de Super-Sanz: en cualquiera de sus niveles de consciencia, su voz retumba valiente, haciendo volar en pedazos los tabúes que nos parasitan. Porque para leer Perra mentirosa/Hardcore hay que darle la vuelta al libro. Pero, sobre todo, a nuestra mente. La revolución poética ha estallado. Abajo lo viejo. Arriba nosotros.