Poniente
Miguel Veyrat
29 junio, 2012 02:00Miguel Veyrat
El libro se nombra Poniente, el crepúsculo, el final. Desde el presentimiento de su cercanía se escriben estos poemas y no hay en ellos ni un ápice de tragedia o desesperación, sino más bien la promesa de la continuidad en la materia cósmica: "Estar muerto te permite ser bosque o vapor". Entre tanto, se persevera en buscar el misterio de la palabra, quizá la plenitud del ser, pues en el verbo "vibra el orden/ de todo el universo" ¿Se puede tener mayor fe en la escritura?Se une este libro a varios otros de poesía, narrativa y política, pero Miguel Veyrat (Valencia, 1938), diplomático y periodista, es un nombre casi clandestino para la poesía española y qué injusto es eso y bastaría como razón para afirmarlo sólo este Poniente. Estos poemas surgen de una urgencia de canto, como si en ello la vida estuviera en juego e incluso el mundo no existiría si las palabras no diesen fe de su vida, en lo que de nuevo hay una especie de transustanciación generalizada por la que todo regresa, pero transmutado, sin hacer pensar en ninguna transcendencia religiosa, sino en lo que sería una creencia ciega en la vida como forma de la nada, una nada que lo es todo. Escribir es aquí sentir el mundo, sentir con el mundo y hay una magia, una eficacia poética, que hace que el lector penetre en el enigma.
Entre la vida y la muerte, estos poemas aspiran a un gran cántico, tan próximo a una visión mística, pues cada cosa, cada sentimiento, etc., que nombran adquiere una resonancia universal. En cualquier partícula -ya en lo que se considera vivo, ya en lo que se tiene por inerte- algo late y en ella está ya el todo, al igual que "En cada palabra late el lenguaje entero". Ahora bien, esta voz no está ciega a la miseria moral, al orden catastrófico imperante y todo ello se incorpora también a la escritura, dictada por una cultura literaria no muy común. Este libro hay que leerlo.