Image: El lugar donde duele

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Poesía

El lugar donde duele

Hamutal Bar-Yosef

14 febrero, 2014 01:00

Hamutal Bar-Yosef

Vaso Roto. Madrid, 2013. 312 páginas, 16 euros

He aquí a una poeta que huye de lo superficial. Catedrática emérita, ensayista y traductora, la israelí Hamutal Bar-Yosef (Kibbutz Tel Yosef, 1940) fue docente en varias ciudades extranjeras -con estancias en Moscú, Cambridge o París- y ha publicado nueve libros de poemas. A pesar de la presencia abundante de elementos autobiográficos en su literatura, ninguno de los datos mencionados le parece relevante y pide ser leída "sin mi foto de joven, sin chismes personales, sin nada".

El lugar donde duele es una antología que reúne obras escritas entre 1970 y 2010. Editada en versión bilingüe, sus textos han sido traducidos al español por Mario Wainstein y Florinda E. Goldberg. Desde las primeras composiciones, los versos fluyen elegantes en nuestro idioma. Y, ya en el poemario inicial, Tiempo, están las formas y los asuntos predilectos de la autora: las identidades con su violencia de fondo, el estilo transparente, un refinamiento liberado de las trampas del adorno, los finales que dan coherencia inesperada. Los sucesos individuales son situados en primer plano, pero a menudo atañen a una comunidad amplia. En poesía, pocas veces la revelación de lo íntimo resume con tanta perspicacia lo colectivo.

Conforme avanzamos en la lectura, entendemos mejor la frase contundente con que Bar-Yosef rechaza los ecos anecdóticos de su vida. A la hora de escribir, la poeta pasa todas sus vivencias por un tamiz de serenidad. Como si necesitase cierta lejanía, nombra diversos animales (chacal, pato, cabra, paloma, un caballo que llora en sueños) para comprender las situaciones humanas. La niñez marcada por la fundación del Estado de Israel, el ambiente de una comuna agrícola en los años cuarenta del siglo pasado, el dolor de su padre o las alusiones al hermano muerto confluyen en una belleza madura. Sin hojarasca verbal. No le falta pericia para crear imágenes, pero prefiere la mesura. Dentro de esta moderación expresiva se siente "un terror compartido". La escritora sólo utiliza ocho palabras para explicarlo: "Cuando me quedo sola me quedo sin yo".

Vuelve a impresionarnos con los poemas de amor del conjunto titulado Que sus labios. Más ligera pero no menos ingeniosa, desbarata los tópicos del género. Junto a las ocurrencias surrealistas y el humor, usa sorpresas bien dosificadas. En ocasiones, como sucede en el poema "Aljibe", los dos últimos vocablos deshacen lo previsible. Opuesta a varias alegrías y sarcasmos, pronto surge la soledad: "todas las ausencias sobre mí como una piedra".

Las demás composiciones elegidas por los antólogos pertenecen a cuatro obras: El lugar donde duele, Mesa de cocina, Contra la oscuridad y A los lectores. Todas ellas confirman el tono sosegado y la hondura de la creadora. De la misma manera que evita la truculencia al describir su dolor, logra la expresión justa cuando decide evocar el enfrentamiento palestino-israelí. Lo hace con sutileza. Su prudencia no tiene nada en común con las cobardías de la equidistancia. Bar-Yosef juzga que el sionismo es más un movimiento cultural que político, y nunca cae en el maniqueísmo ideológico. Menciona los paisajes de su país (el río Jordán, el lago de Tiberíades, el Mar Muerto); cita a una figura secundaria de la Torá (el arquitecto Betzalel); o insinúa desequilibrios, pero el conflicto únicamente cumple la función de un decorado de amargura. El texto "Regazo" es el ejemplo: en la noche flota una silueta imprecisa con un fusil. Y, poco antes de cerrar el volumen, la autora consigue una insólita profundidad con los doce versos del poema "¿Qué impurifica?". Los traductores informan que, según las leyes religiosas judías, el contacto con un cadáver humano causa impureza, y la poeta transmite sus emocionantes respuestas.

Su compatriota Amos Oz deja en la contracubierta de la antología algunas impresiones de asombro cuando lee a Hamutal Bar-Yosef. Se refiere a las agudezas con "mezcla de ironía y calidez". Creo que no se equivoca. El lugar donde duele es, en mi opinión, un libro importante y no debería pasar inadvertido a quien busque la excelencia poética.

Mata de Zarzamora

De noche, cuando inhalo tu aliento agridulce
y tú, mi respiración amarga,
crece entre nuestras costillas una mata de zarzamora
que no se deja aplastar,
nos damos de comer el uno al otro sus frutos silvestres
y nos dejamos con los ojos cerrados
señales de zumo rojo en la frente.