Image: Nadie vendrá a salvarnos

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Poesía

Nadie vendrá a salvarnos

Yolanda Morató

13 mayo, 2016 02:00

Yolanda Morató. Foto: UPO

La Veleta. Granada, 2016. 104 páginas, 16€

Yolanda Morató (Huelva, 1976), filóloga, compagina la docencia con la creación literaria. El poemario Nadie vendrá a salvarnos está dividido en seis secciones. En la primera, "Siempre es la misma pregunta", la poeta percibe una amenaza. La muerte se mueve como una pantera en la lejanía. La autora observa "pequeñas muertes sentadas,/ al acecho, relamiéndose,/ esperando en cada esquina,/ levantándose impacientes". También menciona el aire áspero de una ciudad de zombis. Se ve abrazada a una caja vacía que cayó del cielo. Se pregunta por las memorias que su abuelo y su padre abandonaron en la maleza o la guerra. Consigue que hable un fotógrafo. El artista colecciona estampas de dolor y reconoce su fracaso: "Escondido en los escombros de una casa / hay un perro que ladra débilmente: / es mi conciencia".

En el segundo apartado, "Tierra de nadie", las reflexiones son comprimidas en poemas de tres versos. La escritora se refiere a almas en gajos y a un horizonte que busca niños. Para ella, el parte de guerra es el florecimiento de un árbol. La sección siguiente, "Despedidas", empieza con olor a derrota superada. Incluye la gratitud por haber disfrutado de unos años sin la zozobra de las interrogaciones. Después, Yolanda Morató contempla las gradaciones de la luz mientras disfraza su angustia para salir a la calle. Y destaca el texto titulado "El culpable pasivo", donde se desmaquillan los falsos altruismos. En la misma línea crítica, la poeta da un paseo por la orilla del Támesis. Encuentra idéntica suciedad en el cauce del río y en las verdades humanas. Se alude a la culpa, las ruinas, el individuo borrado por el uso del plural. Una sola mujer de nombres variados se repite en los epitafios. En las composiciones "Sainete" e "Irrepetible" se retratan con lucidez los límites de nuestra capacidad y la reconciliación con la vida.

"Profundidades", cuarta sección, contiene un elogio de la lectura y sus descubrimientos, así como la presencia del mar en seis textos. En el último de ellos, con una aliada y víctima: Virginia Woolf, que se adentra cargada de piedras en el agua del suicidio. En el apartado "Misterio", la ironía se clava en las creencias.

Nadie vendrá a salvarnos se cierra con los abismos amorosos y las despedidas de "La canción de Jessica Torres". El conjunto confirma a una autora serena, con dominio del idioma y una poética original.

@FJIrazoki