Begoña M. Rueda gana el Premio Hiperión con un poemario marcado por la pandemia
'Servicio de lavandería' construye según el jurado “una poética humana de la enfermedad y sus secuelas” a partir de sus vivencias como trabajadora de la lavandería en un hospital de Algeciras
22 marzo, 2021 15:31La poeta Begoña M. Rueda (Jaén, 1992) ha escrito y publicado ya varios libros, todos ellos premiados, pero no se dedica exclusivamente a la poesía. Compagina su faceta literaria con el trabajo en la lavandería de un hospital de Algeciras, una labor que le ha proporcionado vivencias especialmente duras desde que comenzó la pandemia de coronavirus. A partir de ellas escribió los poemas que conforman su último libro, Servicio de lavandería, con el que acaba de ganar el XXXVI Premio de Poesía Hiperión.
“Trabajo desde hace dos años en la lavandería del hospital de Algeciras y al comenzar la pandemia decidí traducir al lenguaje poético lo que vivía día a día allí. Ahora está más tranquila la cosa, pero hemos tenido días infernales, echando más horas que un reloj y cada vez que me asomaba a la puerta de la lavandería veía que no paraban de sacar ataúdes”, relata la autora a El Cultural, que al recibir la noticia del premio el sábado mientras paseaba por el parque del Retiro de Madrid lanzó un grito de alegría con el que temió haber dejado sordo al otro lado del teléfono al poeta Jesús Munárriz, poeta, director de Hiperión y miembro de un jurado del que también han formado parte los poetas Francisco Castaño, Ben Clark, Ariadna G. García y Benjamín Prado.
En palabras del jurado, Servicio de lavandería es un libro “cohesionado, crítico, lírico sin excesos, poderosamente plástico, con marcados contrastes y finales rotundos”. El premio, sin dotación económica, consiste en la publicación del libro por parte de la editorial Hiperión. “Supone un gran empujón a mi carrera”, reconoce la autora.
Los poemas del libro, escritos como páginas de un diario, se dividen en dos partes: la segunda, «Aclarado», fechada antes que la primera, corresponde a la primavera de 2019, es decir, a las condiciones habituales en su trabajo en la lavandería del hospital; en cambio en la primera, «Lavado», fechada en la primavera de 2020, muestra una situación muy diferente con la llegada de la pandemia y sus duras consecuencias.
“Renunciando al adorno y al artificio, [la autora] construye una poética humana de la enfermedad y sus secuelas en general y de la pandemia en particular, focalizada en unas coordenadas subjetivas inéditas, intrahistóricas: la de los y las protagonistas anónimos de la Historia desde un lugar invisible: el personal que se encarga de limpiar la ropa en los hospitales”, añade el acta del jurado.
Rueda ha escrito y publicado con anterioridad los siguientes poemarios, todos ellos premiados: Princesa Leia (La Isla de Siltolá, 2016), II Premio de Poesía Joven Antonio Colinas; Siberia es un estado de ánimo (Ediciones en Huida, 2017), I Premio Luis Cernuda de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla; Reencarnación (Ediciones Complutenses, 2019), Primer Premio de Poesía de la Universidad Complutense de Madrid; Error 404 (Visor, 2020), XLVI Premio de Poesía Ciudad de Burgos; Todo lo que te perdiste por meterte a monja (Difácil, 2020), VIII Certamen Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos de Albox, Almería; y Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa (Aula de Poesía de la Universidad de Murcia, 2020), XVII Premio de Poesía Dionisia García de la Universidad de Murcia.
Dos poemas de Servicio de lavandería:
A 11 de abril de 2019
A pesar de que la ropa es lavada
a temperaturas de ochenta grados
y tratada con detergentes específicos,
productos neutralizadores de cloro,
lejías y suavizantes,
no es raro percibir un leve aroma a perfume
al doblar las camisas de los pijamas.
Sé a qué huelen los enfermos
antes de fallecer,
sé que algunos se peinan, se afeitan
y se empapan en Varón Dandy
como si morir
no consistiera sino en dar otro de muchos paseos
los domingos por la mañana.
*. *. *
Escribo estos poemas
igual que plancho
el pijama de un niño enfermo,
una los escribe
con especial esmero, como si
estuviera escribiendo los poemas
que quisiera que leyeran mis hijos.