Opinión

El 27 del humor

Los Alucinados

31 mayo, 2000 02:00

Aquel 27 del humor eran unos subversivos con buenos modales. Hicieron "posibilismo". Pero tiraban más a ácratas que Buero. Fueron implacables con los usos y costumbres

Primero fue Enrique Jardiel Poncela, que andaba por el Comercial y otros cafés literarios escribiendo comedias y artículos de humor. Jardiel pegaba muchos papeles a lo ya escrito y escribía encima. Era un prosista un poco embarullado en los procedimientos, como Baroja. Y luego estaban los demás, años 30, en la revista "Gutiérrez": Herreros, Mihura, Tono, Neville, etc. Salían del viejo humor de baturros, pero aún no habían entrado en el nuevo humor del siglo, tan cercano al surrealismo.

Hasta que Jardiel se fue a Italia a conocer a Pitigrilli y enterarse de un humor cosmopolita que no era sino una nueva vanguardia al paso alegre de las anteriores:

-Hay que romper todo lo que tenemos escrito y empezar otra vez- les dijo Jardiel, a la vuelta, a sus compañeros de grupo.

Jardiel fue más lejos que nadie en la renovación y la audacia, pero todavía se sentía rehén de su público burgués y, cuando instaura en una comedia el absurdo, al final, en el tercer acto, lo explica y racionaliza todo de mala manera. El salto cualitativo de Mihura (a quien dedicaremos capítulo aparte) consiste en que en Tres sombreros de copa el absurdo ya no se explica. Y triunfa. Ionesco reconocería que Mihura se le había adelantado en muchos años.

Jardiel, por otra parte, era poco selectivo y junto a grandes hallazgos nos presenta chistes fáciles y sin gracia. La prisa de su vida está también en su obra. Herreros fue un pintor y dibujante de extraordinarias cualidades, algo así como un Solana del chiste (y un gran ilustrador del Quijote), con una ironía bronca e ingenua. Las mejores portadas de "La Codorniz", durante muchos años, fueron las de Herreros, que además acreditaban la venta del número. Herreros, hombre plural, le da un empastelado de profesionalidad y fuerza a aquella "Codorniz" de los 40/50/60.

En la cruda y dura posguerra nace la revista y estrena Mihura sus comedias. El grupo tenía adyacentes como López Rubio, Ruiz Iriarte y Alfonso Sánchez. No hacían humor político, pero sí humor crítico , ensayado casi siempre contra una clase social, contra aquella burguesía que había ganado la guerra. Un matrimonio va de visita y ella le dice al marido, ante al puerta del piso:

-Anda, Pepe, tú que sabes música toca el timbre.

Una señora muy de la época riñe a un niño que fuma:

-¿No te da vergöenza fumar a tu edad?
-¿Y usted qué sabe la edad que tengo yo, señora?

En Mihura la influencia no es de Pitigrilli ni de Jardiel, sino de Ramón Gómez de la Serna: "Las palomas las hacen en Correos con las cartas sobrantes del día anterior". Una bella greguería que hubiera firmado Ramón. O esta otra:

(A un actor negro que viaja mucho con su compañía). "Usted está negro de pasar tantas veces por los túneles".
Y una ocurrencia directa que se produjo delante de mí. Jerónimo Mihura, el otro hermano soltero de Miguel, era el que se ocupaba de las cosas domésticas.

-Jerónimo, esta merluza no está fresca.
-Pues la han pescado esta mañana.
-Por eso la han pescado, porque no estaba fresca.

Aquel 27 del humor, como ha sido definido el grupo, eran unos subversivos con buenos modales. Hicieron "posibilismo". Ya hemos comentado esto del posibilismo con ocasión de la glosa de Buero Vallejo. Pero tiraban más a ácratas que Buero. No criticaban lo no criticable, pero fueron implacables con los usos y costumbres, con las maneras y filosofías de la clase dominante, la clase salida de la guerra. Cualquier sociólogo vería en aquel conjunto de artículos y chistes una crítica inteligente y silenciosa a la vieja moral española que la contienda perpetuó. Ellos, personalmente, eran unos bohemios de lujo que poco tenían que ver con el señoritismo de los poetas del 27. En cualquier caso, a Mihura le quitaron pronto la revista para dársela a un falangista, álvaro de Laiglesia. álvaro era aún más crítico que Mihura, pero era "de los suyos". "La Codorniz", semanario de humor, fue la prensa más seria de los 40/50.

El humor crítico siempre ha sufrido juicios contradictorios. Al propio Ionesco se le calificó de reaccionario por hacer una crítica sonriente del absurdo y del mundo. Para los secretarios políticos de derecha e izquierda, que tienen poco sentido del humor, la ironía es peligrosa, ambigua, incomprensible, y por lo tanto perseguible de hecho. Los partidarios de la crítica malhumorada fueron los estalinistas. Ocurre que, para algunos, si el humor es crítico no es humor, y si la crítica es humorística no es crítica. ¿Hay contradicción entre estos dos términos? El verdadero crítico, nunca dogmático, supera esa contradicción con una sonrisa. Humorístico es Bertrand Russell, el genio más crítico del siglo XX. Y Bernard Shaw. La crítica irónica, sonriente, desesperanzada, viene de Voltaire. El crítico adusto es más bien un verdugo. Hemos sufrido la censura franquista y sabemos que aquellos censores no sonreían. La burguesía que quedaba reflejada en "La Codorniz" y en algunas obras de Tono y Mihura no podía entender aquello ni como crítica ni como humor. Por eso, "La Codorniz" fue una revista para la juventud. Los jóvenes pasaban de "La Codorniz" al "Manifiesto Comunista" sin solución de continuidad.
Pero el tiempo es el gran disolvente. Jardiel murió pronto, Mihura se pasó al teatro burgués, como Ionesco, y "La Codorniz" fue sustituída por "Hermano Lobo", una idea de Chumy Chúmez y Haro Tecglen. Hoy no hay apenas revistas de humor, pero el humor crítico anda repartido por todos los periódicos.