Opinión

Ocasiones perdidas

27 noviembre, 2003 01:00

Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada..." Pues sí, ya que Madrid perdió la batalla. La semana pasada se presento en Sevilla el proyecto para un nuevo macrofestival de primavera cuyo plato fuerte inicial, como no podía ser de otra forma, es Carmen. Al lado de Saura en la dirección escénica y Maazel en la musical, figurar artistas como Gheorghiou -esto si es respetar al autor y no lo de Pizzi- o Fritoli. Todo ello, ópera y conciertos, ensamblado por Michael Eckert, experto en las lides de la ópera de lujo masiva como demostró en la Turandot de Pekín o el Nabucco de Jerusalén, amen de la comercialización de la impresionante Pasión que se vive en Oberammergav cada diez años.

Pero Sevilla fue en realidad segundo plato, porque inicialmente Eckert pensó en un Don Carlo en el impresionante marco del Monasterio de El Escorial. Pero no pudo ser. Lo impidieron los temores a la resurrección de Felipe II de un prior agustino -la orden que mas que custodiar el Monasterio lo ha secuestrado- y alguien de la Casa Real que, a pesar de estar muy viajado e incluso haber visto bastante ópera, aun considera Don Carlo como un insulto a nuestros reales antepasados. Claro que eso sucedió antes de lo otro.

Total que a pesar de los esfuerzos del entonces presidente de la CAM y de un voluntarioso benefactor de la Villa, todo se quedo en la nada. Y Eckert, ayudado por el Presidente del Patrimonio, hizo ese mismo día las maletas y se marchó a Sevilla, con cuyo alcalde alcanzó en 24 horas un preacuerdo para la ya anunciada Carmen. Eso es sentido de la oportunidad y no lo de otros.

Aquel prior ya no está, tampoco estarán algún día el representante de la Casa Real ni el presidente de ese Patrimonio Nacional, causa de todos los bienes y males de El Escorial y que vive de espaldas a los habitantes de la Villa, como muy bien cuenta Pedro Martín -¿se le ha agradecido lo suficiente toda su imaginativa labor lugareña?- en el libro que acaba de publicar sobre lo que ha sido y es San Lorenzo de El Escorial. Si, todos nos iremos (pronto les escribiré de alguno que quiere irse de rositas), y esperemos que quienes vengan tengan las ideas culturales mas claras y abandonen prejuicios absurdos. Con tantas actitudes decimonónicas y el resurgimiento de la censura andamos listos.