De lapsus y torrentes
Sartre, Javier Marías y Ricardo Piglia. Abajo, César Vidal
Ausencias en lo último entre Sartre y Simon de Beauvoir. Minotauro, buena salud a los cincuenta. Juan Antonio Hormigón o el castigo sin venganza. Javier Marías sigue despertando pasiones. ¿A qué llamamos best-seller? César Vidal, lapsus en el Torrevieja. Y Santiago Segura exhibe sus poderes ante crítica y público.
En los últimos años se han creado cincuenta nuevas editoriales pero no es tan habitual que un sello celebre su cincuentenario con la buena salud de Minotauro, pionera en el género fantástico y que con su incorporación al grupo Planeta, lejos de perder su identidad, la ha acentuado. Y como la joya de su corona es Tolkien, por el que apostaron muchos años antes del éxito mundial de El señor de los anillos, a mediados de noviembre lanzan su novela inédita. Mientras tanto, y para celebrar sus 50 años, y nosotros con ellos, han reeditado las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury. Sí, de Bradbury.
Menuda semana de infarto ha tenido Juan Antonio Hormigón, secretario de la Asociación de Directores de Escena y director de la revista homónima. A punto ha estado de quedarse sin el apoyo de una buena nómina de directores madrileños dispuestos a darse de baja de la asociación. ¿Era para tanto? Pronto sabremos si, efectivamente, no hay castigo sin venganza.
¿A qué llamamos best seller? ¿cuánto ha de vender un libro para alcanzar esa categoría? En Estados Unidos son 100.000, en México, 15.000, y en España antes eran 70.000 los necesarios para alcanzar esa cima, pero hoy, dado el descenso de ventas, con 10.000 ya salen en las listas de los más vendidos, y con 30.000 son bestsellers. Porque las cifras de Ruiz Zafón (52 ediciones y un millón de ejemplares) en España, y de Harry Potter en el mundo (300 millones de ejemplares) son imposibles de alcanzar.
No contento con el récord histórico de taquilla, el torrencial Santiago Segura soltó aquello de que Cinecito es "una mascota de mierda" y al día siguiente se retractó en plan jocoso. Será esa conducta lo que ha seducido a la prensa, que le perdona todo, hasta que no les enseñara la película. Es tan dócil el patio, que incluso Gasset colocó a Torrente antes que a Tavernier en su ejemplar programa de crítica cinematográfica. No entiendo nada.
Ya saben lo de César Vidal, Caballero Bonald y el premio Torrevieja. Lo que ignoran es que el bueno de Vidal, mareado quizá con tanto libro publicado al mes, salió a la palestra agradeciendo el galardón a la editorial ¡¡¡Espasa!!! y no a Random House Mondadori, que son los que convocan el galardón y ponen los 360.000 euros de marras.
Definitivamente, Ricardo Piglia ha perdido el juicio. La Corte Suprema argentina ha ratificado la condena contra el escritor y Planeta. El tribunal rechazó la apelación de Piglia y confirmó que debe pagar 3.400 dólares a Gustavo Nielsen (el único único ingenuo que no sabía dónde se metía), como resarcimiento por la "predisposición o predeterminación" del premio Planeta 1997. Menuda demagogia hay en la corte.
Parece que La Alhambra se mueve. Me cuentan que el equipo que la gestiona actualmente quiere darle nuevos aires. Además de su valor monumental tienen intención de abrirla a actividades culturales que la complementen. Como aperitivo, la exposición recién inaugurada en el Palacio de Carlos V sobre Manuel de Falla. Está comisariada por Yvan Nommick y Francisco Baena y recoge documentación gráfica y escrita de la relación del compositor con el monumento.
Javier Marías sigue cruzando su espada con intelectuales y críticos. Ahora el chileno Carlos Franz le sale al encuentro, escocido por un escrito mariano sobre la paletería de los suplementos culturales iberoamericanos que no habían elegi-
do un libro español entre los mejores de 2004. Y dice Franz que para paletos, los españoles, que "en 50 años del premio de la Crítica para narrativa, sólo ha sido conferido en cinco ocasiones a un latinoamericano, a pesar de cierto boom de la novela que renovó el idioma".