Opinión

El revólver de la pasión

por Nélida Piñón

13 octubre, 2005 02:00

Sé que me equivoqué, pero no me dejes ahora. Protesté contra lo que me parecía tu culpa. Clavaste en mi rostro una mirada de acero. Me sentí herida, tajada, diferente a las veces en que me cortaste y no sufrí.Muy al contrario, mi carne sonreía, yo dejaba que me tuvieras, porque la carne era mi alma.

Por favor, comprende mis celos; son ellos, voraces y nerviosos, los que me impiden entregar tu cuerpo a los cuerpos enemigos. Me aconsejan que te mate. Pero con un cuidado de artífice, trazando mil diseños en tu carne para que dejes el mundo adornado con mi estigma.

Dios mío, sé que prometí controlarme. No seguirte más. Dejarte libre, para que hagas tu propia vida. ¿Pero cuál vida es esa que pides, donde yo no ocupo el mejor lugar? ¿Cómo puedes pensar que soporto verte bebiendo la vida con cerveza, sin que yo pase por tu boca, te bese, te lama, mientras tú sonríes ligado a la tierra, porque soy tu humus,tu esperma,soy tu miembro, soy tú?
No, no protestes,tú me quieres como soy, aunque mi salvajismo te cause miedo,amenace tu libertad. ¿O sólo me querías salvaje en la cama? ¿Y en el espacio de la vida me exigías atada por tus manos? Pues me rebelo. O eres únicamente mío, o te mato. No, no quiero matarte, cómo podría vivir sin tu alegría, sin tu modo de despertar, joven y jubiloso. Te tomo en mis brazos, me siento ansiosa, perdida en mi pasión. Juegas conmigo, dices que no me comporto, pero estás tan lleno de orgullo como de las leyendas con que te pueblo;te adorno con historias que nadie, aparte de mí, ha podido leer en ti. Sabes el poema que haré mañana, la palabra que perderé en el futuro si hoy te me escapas. No te permito dejarme. ¿Oíste lo que dije? No te doy permiso de pasear por la tierra, de tener un futuro en el que no esté yo entera. Ah, mi cuerpo amado, te deseo. Y mi deseo va más allá de perdernos en el lecho que es nuestro desde hace dos años. Una agonía que recojo con mi boca y mastico con mis dientes. Te mastico, te como, te rasgo como tú me rasgas me gritas, me amas. A veces pienso que me amas con tibieza,que tu cuerpo es menos vigoroso que el mío. El mío se perfecciona con mi propio amor. Es éste el que me hace superar las madrugadas, exigirte el amor que ya no quieres dar, estás exhausto, derrengado, débil, senil. No, levántate, amor, cúbreme, quiero que me hagas naufragar, soy una mina africana, hay que ir hasta el fondo, palpar su riqueza en la oscuridad, hurgar su aflicción, sentir miedo. Miedo de mis tinieblas, pavor de mis pelos, temor de mi sudor y mi fragancia.

Vamos, cobarde, regresa. No quiero seguir perdiendo el espectáculo de ese amor que diariamente me derriba, porque es así como mastico su comida. Y si ahora te escribo, es para que me escuches, y no te pienses libre. Porque estés donde estés, iré detrás. Mi cuerpo identifica tu olor, agridulce en las mañanas. Cuántas veces lavé tu sexo y te dejaste acariciar, como si fuera mi deber rejuvenecerte a cada día, quién mejor que mis sagradas manos conoce tu secreto,las palpitaciones de tu carne, el modo firme y ciego con que se yergue y viene a mí. No te creas libre, tu vida no es tuya.Tu vida es mía porque me perdí en ti, en cada palabra que dijiste y me venció.

De nada sirve que me ahorres ahora verdades crudas, sólo porque me juzgas incapaz de albergarlas. Si quieres proclamar que ya no me amas, oiré. Oiré a los gritos,gritaré de tal modo que cada palabra destinada a mí la creerás dicha por mí para ti. Sin mi amor te sentirás perdido, abandonado. Experimentarás en tu propia carne la pérdida del amor único, único porque es único en el único instante en que se está viviendo. Y te tirarás sobre el lecho,y desnudo, espléndido, me atraerás diciendo, ¿no quieres ser mía nuevamente, acaso sobrevivirás sin el gozo que es el único viaje atlántico que se vive y nos naufraga? Olvidando, sin embargo, que eres tú el barco que precisa de las aguas, y que yo soy el agua en que te hundirás sin ruta, sin mapa, pues no hay mapa para el amor, amor.

¿No sabes pues que me amas, me amas mucho más de lo que puedes imaginar? Amas aun sin el socorro de tu conciencia. Y, si no me amas con la pasión de mi amor, te enseñaré de nuevo a amarme. No te pido tiempo, días, horas. Soy mujer de largas estaciones. Seré verano cuando exijas calor. No, no te rías. No vengas a hablarme de teorías feministas. Las tengo listas para la vida, comienzo a dominar un vocabulario que antes era sólo detu cosecha.Y qué más puede ofrecerme una ideología, sino el derecho de perderme en el desvarío y cobrar el amor que sé que es mío. Por favor, cédeme tu tiempo. Cédeme otra vez tu cuerpo. O en el lecho, o en la cruda naturaleza. O en el bar en que estés ahora. Donde al encontrarte haríamos el amor con mi mirada de espinas. El amor puede hacerse en la calle,con la multitud alrededor. No te amo sólo con el ímpetu de la carne. También con mi boca distante, hablando, enunciándote, pronunciando tu nombre. Tu nombre es mi acto de amor. Tu nombre es el espasmo que padece mi sexo.

Ah, amor, me equivoqué anoche. ¿Pero de qué sirve confesar el arrepentimiento, si sólo me arrepiento para distraerte,y tenerte nuevamente? ¿Si habré de errar otra vez,y un día cercano me veré enloquecida por tu posible pérdida? Y entonces no mediré palabras,no controlaré la violencia de mi cuerpo amenazado. La verdad es que tu pérdida me amenaza. Tu pérdida es una sentencia de muerte.Muerte que no soporto, no permito. Tu deber es amarme, es seguir en mi lecho, en mi vida, en mi memoria. En la memoria que proyecta tus mil retratos,hechos a lo largo de lavida que nos ató con cuerdas y alambre. Sé que repeles estas confesiones que cobran un calendario vencido,sin muelle ni ancla en donde aferrarte. Pero he de hablar mientras mis sollozos te proclamen. Eres mi prisionero, como soy yo la mazmorra en que estoy recluida por la fuerza del cariño. ¿Qué digo,cariño? Ah, amado, ya te quise en la primera noche. No tienes el derecho de olvidar. Aunque no quieras verme reproduciendo los arrebatos que tal vez ya no sientas. Pero, no soy apenas memoria, soy también la dispersión. Pues siempre que rememoro las noches sin fin, las deshago para imaginar que no existieron. Es decir, no existieron porque fueron insuficientes, y aquí estoy, exigiendo otras noches que nos brindaremos una vez superada la amargura que hoy nos separa.

Me besaste en el oído, ¿lo recuerdas? Tu lengua me hablaba sin sonido, cada palabra silenciosa era la obra con que tu lengua revelaba el verdadero lenguaje de los hombres.Tal vez lo que relate ahora sólo esté inventariando mi vida, y no la tuya. No quieres saber más de ese cuerpo que se conoció en mí hasta el amanecer. Me prohíbes decir que la vida te llegó porque también a mí me llegaba. Pero, por qué no aceptas que me amas, que me quieres perder por despecho, a causa de mi arrogancia, sólo porque proclamo tu amor sin medir las consecuencias, porque perturbo tu vida con explicaciones que te atormentan,porque incluso antes de que me digas cuánto me amas ya estoy a tus pies, diciendo primero que soy yo quien te ama con más fuerza. Por favor, jura que volverás, empeña tu honra en prometer que serás mío y de nadie más. n

[Nélida Piñón recibe la próxima semana el Príncipe de Asturias de las Letras. "El revólver de la pasión" forma parte de El calor de las cosas y otros cuentos (FCE), inédito en España hasta el 15 de octubre.]